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lunes, 30 de abril de 2012

Duelo de Caballeros a Plumazo Limpio.

Se ha perdido -o, al menos yo no sé encontrarla- esa costumbre tan bonita de que los grandes de la Letras se lleven rematadamente mal en público.

¡Qué nostalgia de aquellos enfrentamientos (casi) siempre dialécticos, que nos regalaron tantas y tantas anécdotas para hacer más llevaderas las lecciones de Literatura de los jueves por la tarde!

(Inciso: una de las reglas básica de la Docencia es que los alumnos siempre se quedan con lo anecdótico, y jamás con lo substancial).

Lances de ingenio y verbo en los que dos mentes tocadas por la varita de las musas chocaban, se exprimían al máximo en décimas de segundo y nos regalaban perlas impagables.

Y en la raíz de todo el asunto, la dichosa Doña Envidia, esa enfermedad que se te cuela en el Alma por el hueco del Orgullo para terminar por destrozarte. Y es una afección a la que cualquier artista es especialmente propenso, y para los que resulta especialmente dañina: porque sabes que el condenado es igual de bueno que tú, puede que mejor, pero no, no y no quieres admitirlo ante los demás, y mucho menos ante ti mismo, y la única manera que se te ocurre de luchar contra tan desagradable sensación es atacarlo.

Hecho de menos, en suma, diálogos de este tipo:

-¡Me ha gustado mucho tu último libro! ¿Quién te lo ha escrito?

-La misma persona que te lo ha leido a ti.

-La pena es que lo leí en formato electrónico. Me gusta más leerte en papel, ¡es tan incómodo limpiarse el culo con la pantalla del ordenador!


¿Usted no? Ahora esta función social la desempeñan políticos y deportistas, y, si le soy sincero, no es lo mismo...Ni de lejos.

















Dice la evidencia que Quevedo y Góngora no se podían ni ver, y se lo demostraban a la mínima ocasión posible. Dice la leyenda que los enemigos intímos (y amigos jurados) William Shakespeare y Ben Jonson chocaban con frecuencia sus ingenios con la londinense taberna "The Mermaid" por testigo, pero esto resulta imposible de demostrar.

domingo, 29 de abril de 2012

Gracia del Río (Un Pueblo con Poco de Ambas): Propaganda.

"Peralín" llegó corriendo al butacón donde su padre dibujaba la semi-siesta amodorrada de la sobremesa dominical. Traía una revista en la mano.

-¡Papá, papá, mira!

La primera regla cuando uno pretende lograr algo de un español es no despertarlo de la siesta. Es una norma que mucha gente desconoce, para su desgracia. "Peralín" la aprenderá pronto.

-¿Qué pasa hijo? ¡Que me has fastidiado la siesta!

(Peral todavía no se atrevió a decir: "me has jodido". El día que lo haga, es porque pensará que su niño ya es un hombre).

-¡Piden niños para un anuncio! ¡Y pagan mucho dinero!

Para un chaval, cualquier cantidad de dinero que compre un capricho de nivel cumpleaños es una auténtica fortuna.

-¿Y de verdad quieres tú salir en un anuncio?

-¡Pues claro!

-¿Y convertirte en cómplice del siniestro proceso de convencer a alguien de que le hace falta algo que no precisa?

-¡Pero mira lo que pagan!

-Ya, hijo, pero no todo en esta vida es dinero. Por supuesto que todos nos acabamos vendiendo, pero no me apetece que tú lo hagas tan barato y tan joven.

-Pero, papá, ¡con esto me podría comprar una vídeo-consola nueva!

-Ves, si unos críos como tú no se hubieran vendido para hacer el anuncio, ahora no tendrías la necesidad de comprar el dichoso cacharro...Es maldito círculo del consumismo, hijo, y algún valiente tiene que romperlo.

-Entonces...

-Mira, vete a buscar a tus amiguitos...Con el sol abrasador que hace, seguro que están echando un partidillo en el descampado...Apuesto a que, por muy buena que sea la máquina, no tiene el mismo realismo.

-No, claro...

-¡Pues eso, hijo! ¡Que te están intentando volver de plástico, electricidad y metal, no te dejes!

sábado, 28 de abril de 2012

El Imperio de la Juventud.

El último camión de los odiados viejos -según el nuevo Código Revolucionario, todos aquellos mayores de 25 años- partió hacía el exilio a través de una nube de tomates y huevos.

-¡Por fin, el poder el nuestro, haremos lo que queramos para siempre, la vida será una fiesta perpetua!

El resto de la multitud aplaudió a Billy. El muchacho era un líder, o sea, un tipo que le dice a la gente lo que quiere oír con la entonación correcta.

-¡Se acabó el madrugar, se acabó el estudiar, se acabaron la obligaciones!

La algarabía era cada vez mayor, las hordas juveniles ocupaban las calles al cántico enloquecido de: "¡Todas las noches de borrachera, después unos churritos, a sobarla, a la playita por la tarde, y vuelta a empezar!"

Y entonces terció el pesado agufiestas de Marquineda:

-Pero, ¿quién va a preparar los churros?

La multitud se paró en seco y giró todas las cabezas en una hacía el protagonista de tan incómoda pregunta. Las miradas, las propias de la propia Inquisición de su mejor época.

-Porque os recuerdo que hemos echado a todos los chucherros del país por viejos-prosiguió, Marquineda, jugándose hasta la vida.

-¡Algún chucherro joven quedará! -intentó calmar Billy.

-Sí, yo, pero no pienso ser el único pringado que se pierde la fiesta por estar currando como un pringado gilipollas-saltó una voz.

-¡Tú lo que eres es un egoista! -respondío Billy.

-¡Sí, pero no soy el único!

-¡Ya, pues mira, a la mierda, sin churros! -sentenció Billy.

-¡Es que una noche de farra sin sus churritos al final no es lo mismo, Billy! -intervino una voz femenina.

-¡Joder, pues nos hacemos todos chucherros y que cada noche pringue uno!

-¿Y quién será el primero?

-Pues tú mismo, macho, que ya conoces la profesión.

-¡Una mierda! ¿Por qué no tú, listillo?

Y entonces empezó la Primera Guerra Civil Juvenil de la Historia de la Humanidad. A puñetazo límpio, y botellazos. Como está "mandaó".

viernes, 27 de abril de 2012

Historias Imaginarias de un Colegio que Jamás Existió: La Revancha de Manolo Aberco.

Manzano ni se molestaba en levantar la mirada del papel. ¿Para qué? Estaba cuidando el examen de aquellos dos alumnos de un modo mucho más testimonial que necesario: Aberco estaba con el suyo de Latín -y sin duda lo iba a bordar según su costumbre- y Valdabí estaba con las Matemáticas -y, como el propio Manzano había recalcado en la sala de profesores, no lo iba a aprobar ni aunque le dejaran sacar el libro-.

Y Manzano no podía perder el tiempo, que tenía mucho que corregir. Ya le había fastidiado bastante tener que estar vigilando ese examen a deshoras. Pero la ausencia de ambos alumnos al ejercicio ordinario había sido debidamente justificada y ante eso nada se podía argumentar.

Tan clara veía la situación Manzano, que ni se molestó en separar a los alumnos demasiado, ¿para qué, si eran exámenes de diferentes asignaturas?

-Tenga, ya he terminado.

-Muy bien, Valdabí...¿Te queda mucho, Aberco?

-No, ya mismo entrego.

Manzano tomó el ejercicio de Valdabí, no esperaba que corregirlo le quitara más allá de dos o tres segundos, lo que tardara en tachar las tonterías. Y, en efecto, tardó poquito tiempo.

Los exámenes más rápidos de corregir siempre son los de cero...y los de diez.

Manzano entró en estado de shock. ¿Cómo coño era posible que Valdabí hubiera bordado un examen perfecto? ¿Habría tenido acceso previo a las preguntas? Imposible, era un examen nuevo que había preparado especialmente para él. La única explicación es que hubiera copiado, pero, ¿de quién? Aberco era de letras, y había dejado de dar Matemáticas hacía dos años. Por tanto, descartado...¿Cómo lo habría hecho?

-¿Qué tal está el examen de Valdabí, señor Manzano?

Manzano levantó su perplejidad alarmada del papel.

-No es asunto tuyo.

-¡A mí me parece que escribía mucho! ¡Seguro que no le ha ido mal!

¿Era posible? Aberco era inteligente, mucho...Pero, ¿hasta ese extremo? A Manzano le estaba empezando a subir la rabia por la garganta.

-Bueno, pues éste es el mío. Creo que me ha salido bastante bien. Aunque, como usted mismo dijo hace años en clase, es sólo Latín, mucho más fácil que las Matemáticas. ¡Ésas si que son duras! No sé si habría podido con ellas. En fin, ¡qué pase un buen día!

Manolo Aberco salió por la puerta de la clase, dejando a su espalda a un hombre derrotado, humillado, que se estaba ahogando con las palabras que le estaba tocando tragarse.

jueves, 26 de abril de 2012

Lo Que Andy I, "El Sabio", nos enseñó

"En el futuro, todo el mundo será mundialmente famoso durante 15 minutos".

Olvidese de las latas de sopa o las marilynes monroe, Andy Warhol nunca fue tan genial como cuando pronunció esta frase en 1968.

Y aquí estamos, casi 45 años después, contemplando cómo se cumple a diario la profecía de un maestro.

Aunque ignoro si profecía o maldición, porque, piénselo, ¿le gustaría realmente a usted disfrutar del dichoso cuarto de hora de gloria?

Su foto en las portadas de todos los periódicos del lunes, para no volver a aparecer nunca más; su vídeo en internet recibiendo un millon de visitas entre lunes y miércoles, y 21 el resto de la semana.

En otras palabras, un trago largo del embriagador elixir de la celebridad y la gloria, y luego, de una patada en el culo, de vuelta al cochino anonimato.

"¡Yo soy el de la foto con el gato de tres pies!", dejará usted caer en todo tipo de eventos sociales, y, en vez de las risas de complicidad y los aplausos de admirarción, recibirá por toda contestación el gesto confuso de gente que se encoge de hombros.

"¡Sí, hombre, si salí en todos los periódicos y en las teles!"- protestará usted.

Ya, amigo, pero es que en los periódicos y en las teles salen 1000 personas todos los días, y no se puede pretender que el personal los recuerde a todos.

En resumen, que si alguien quiere mis 15 míseros minutos de fama mundial, se los regalo totalmente gratis (y sin gastos de envío).

Mas permita que termine con un consejo: si es usted listo, ordeñe a la vaca de la fama efímera, con un poquito de suerte le pagará seis plazos de la hipoteca. En otras palabras, que la entrevista que le querrán hacer (la única), no la dé gratis.

miércoles, 25 de abril de 2012

La Suerte de los Carceleros.

-Pero entonces...¿Está confirmado?

-Sí, aquí mismo tengo la sentencia firmada por el juez.

El alcaide no pudo reprimir ni la sonrisa de oreja a oreja ni el abrazo. De inmediato, cogió un micrófono que había sobre la mesa de su despacho y empezó a convocar a gente. Y les indicó que trajeran el material.

Media hora después, Bill Cowens levantó la mirada de la revista que estaba leyendo y se marcó un par de parpadeos estupefactos.

Ahí estaban, delante de su celda: su abogado, el alcaide de la prisión y diez de los guardias, perfectamente disfrazados de riguroso cotillón de Nochevieja.

Entonces comprendió. Se puso en pie de un salto y sus visitantes empezaron a aplaudir y a tirarle confeti y hacer sonar sus matasuegras.

-¿Pero, es seguro?

El abogado entró en la celda y le entregó la sentencia firmada. Cowens la leyó con una sonrisa creciente en los labios. Pero no pudo terminar, el resto del grupito lo cogió en brazós, lo sacó al corredor y empezó a mantearle entre voces y vitores.

-¡Bajadme, bajadme! ¡Quiero llamar a mi familia!

-¡Claro, claro!-dijo el abogado sacando su teléfono móvil.

-¡Pongalo en modo manos libres! -pidió uno de los guardia entre vítores de aprobación.

-¡Ya suena, ya suena!

-¿Sí?

-¿Mamá? Soy Bill, mira que estoy aquí con el abogado, que el juez me ha conmutado la pena de muerte por cadena perpetua.

-¡No me digas, hijo, qué alegría!

De fondo, un mar de silbidos y aplausos.

(¿Habrá gente como ésta en nuestro mundo? Siempre he querido pensar que sí).

martes, 24 de abril de 2012

Diccionario Balompédico-Onomástico de Jackson: "Tirar un Penalty Indirecto".

El verdero genio se caracteriza por encontrar caminos nuevos para llegar a sitios viejos, y también por tomar sendas viejas y llegar a lugares nuevos.

Por eso Cruyff era un genio, porque un buen día -ya en el ocaso de su carrera- quiso llegar al gol, que es el destino más viejo del futbol, y encontró un camino nuevo para hacerlo, un camino que nunca nadie antes había tomado. Y lo mejor es que ese nuevo camino fue el viejísimo penalty. 

En resumen: que hace falta ser un genio de pelotas (en sus dos acepciones) para tirar un penalty indirecto. Sencillo, muy sencillo, ¿por qué no se me habrá ocurrido a mí?

Pues porque usted no es un genio, amigo.

La acción fue tan simple como bella: el señor Cruyff se encamina al punto de los sudores, toma carrerilla y, en vez de chutar a puerta, pasa a su compañero Jesper Olsen, que llega raudo por la izquierda. El portero, paralizado por la sorpresa de la novedad, hace la estatua incrédula al borde del área pequeña, sin saber qué hacer, momento que aprovecha Olsen para devolverle la bola a Cruyff, que marca a placer. Los defensas contrarios, que también se han quedado petrificados al borde del área (muy posiblemente, con la boca abierta), protestan -sin razón- con la timidez que da el sentirse engañado en tu propio juego. En realidad, en un momento así lo más digno es aplaudir.

Un "El Penalty Indirecto" es, pues, algo sencillo, bello y genial, una idea prodigiosa por sus resultados y por lo simple de su concepción.

Algo que se le podía haber ocurrido a usted o a mí,

Pero no se nos ocurrió.


















"¡Pues esto lo hago yo este domingo cuando juguemos contra el Racing Bar Cuatro Hermanos!" De acuerdo, pero bajo su responsabilidad. Recuerde: tiene que chutar hacia delante y el compañero-cómplice no puede estar en el área en el momento del golpeo.

Si sale bien, disfrute de las infructuosas protestas de los contrarios (mas, no obstante, rece para que el árbitro se sepa bien el reglamento).

Si sale mal...El cachondeo puede ser antológico (les pasó a Pires y Henry en el Arsenal, por ejemplo).

lunes, 23 de abril de 2012

Vocablos Fascinantes Cubiertos de Óxido: Quinquis y Ñángaras.

Quinqui: Persona que pertenece a cierto grupo social marginado de la sociedad por su forma de vida.

Ñángara: (despectivo y coloquial en Cuba, Honduras y Venezuela): Militante o simpatizante de un partido de izquierdas.

Yo tuve la (inmensa) suerte de que me pillara el péndulo en el medio. Me explico: que ni me reventaron la nuca o las manos en aras de mi formación humana y académica, ni tampoco fui un animal más de una anárquica selva escolar.

En efecto, jamás un profesor me tocó un pelo, pero si me pusieron -no sin razón- verde, aunque he de decir en mi descargo que muchas más veces como parte de un colectivo que de modo individual.

"Quinquis" y "Ñángaras" nos llamaba un fraile de cuya orden no quiero acordarme (ni tampoco de sus costumbres un tanto licenciosas). Yo no tenía ni idea de qué era aquello, pero sospechaba que debía ser de malo a muy malo.

Y ahora me percato que, al parecer, aquel puñado de adolescentes viviamos marginados de la sociedad (¡pues algunos lo disimulaban muy bien!) o nuestra ideológía política (¡cómo si tuviéramos!) era dada a ponerse colorada.

El camino por el cual una palabra de sabor caribeño había pasado de formar parte del vocabulario de un castellano profundo de pro (como la inmensa mayoría de aquellos frailes) es algo que me fascinaría conocer, aunque me temo que nunca lo lograré.

En lo referente a lo de "quinquis", aquello si que me sonaba más de por aquí, aunque con sabor rancio, de años 60, de una época ya pasada.

En resumen, que si usted se ve en la necesidad de faltar al respeto, y quiere ser original, aquí le dejo un par de propuestas. 

domingo, 22 de abril de 2012

Gracia del Río (Un Pueblo con Poco de Ambas): "The Cowboys Boys"

Hace años, a Mansilla le dio por hacer un viaje a los Estados Unidos. De su estancia de diez días por los dominios del Tío Sam se trajó un montón de películas de vídeo que no le valían en España (¡que alguien se lo podía haber advertido, leñe!) y la firme intención de formar un grupo de música "country", pese a que no tenía ni la más remota idea de cómo.

Con su habitual inasequibilidad al desaliento, reunió a sus compañeros de "Mansilla y los Eléctricos" y refundó el grupo como los "The Cowboys Boys". El nombre no convencía mucho a nadie -y provocó alguna que otra carcajada- pero Mansilla se negó en redondo a negociar un cambio de denominación.

Mansilla en persona compuso un puñado de canciones, pese a que sabía casi tan poco de música como de inglés y, tras un par de meses de ensayos, el recién nacido conjunto se presentó en la plaza del pueblo: Mansilla, para variar, emitiendo una serie de estraños sonidos muy alejados del inglés, aunque esta vez lo hacía con una voz ronca y tremendamente nasal, que a él le sonaba como si fuera del mismo Texas, pero que más parecía como que tuviera a un gnomo gruñendo en la garganta. Mientras, el doctor Pérez-Piñón hacía lo que podía con el bajo (o sea, poco), Peral se ocupaba de la percusión con su habitual incompetencia y Domínguez se estrenaba como catastrófico violinista.

Y, por si todo esto no fuera suficiente, estaba lo de los sombreros tejanos. Mansilla los había sacado de nadie sabía dónde y se presentó con ellos -a traición- justo antes de salir al escenario. El doctor Pérez-Piñón siempre fue dócil, pero Peral y Domínguez afirmaron rotundos que ellos no se ponían eso (de hecho, los tuvo que convencer el cabo Requejo a punta de pistola).

La guasa al verlos aparecer fue de las buenas.

En resumen, que tras aquel primer y único concierto, donde destacaron -por bochornosos- temas como "Pretty Cindy Lee", "My Pistols are Mine" o "I Love My Horse", el grupo se disolvió en un mar de abucheos jocosos.

En lo que respecta a los sombreros, no se supo más de ellos, aunque dicen las malas lenguas que terminaron sus días pisoteados cruelmente por los miembros de "The Cowboys Boys".



sábado, 21 de abril de 2012

La Forja de un Cazador.

¿Pero, quiénes son en verdad los Cazadores?

En realidad, el primer paso de un plan a largo plazo.

La Capacidad de Amar de la buena gente, eso era lo que buscaba desde el principio, pero no vale cualquiera para lograr arrebatarla.

Eso sólo lo puede hacer alguien realmente desalmado.

Por eso, durante siglos -personalmente- había ido consiguiendo almas, miles, una a una, con contrato de sangre y a cambio de poder, sabiduría...

Después se las instruyó: se les desvelaron los más oscuros puntos flancos de la naturaleza humana, se les enseñó a jugar con el Miedo, la Codicia, la Vanidad y la Lujuria. Se les formó -en suma- para ser sucios y traicioneros con tal de conseguir su objetivo.

Pero también se les enseñó a enmascarar toda su repugnacia bajo un manto de simpatía, ternura y calor.

Quizás esto era lo que resultaba más asqueroso de todo.

Ahora, son ellas las que trabajaban. Su ejercito personal especializado en robar Amor, en despojar a este mundo de su única posibilidad de Dignidad, Justicia y Salvación.

Por eso son tan cuidadosas, salvo la excepción citada, estas almas en pena sedientas de Mal, por otro nombre Cazadores, porque mientras consigan seguir robando Amor y mantenerse alejados de los Guardianes y las hogueras, podrán continuar sobre la superficie de la tierre y eludiendo su otro destino, destino eterno...

El Infierno.

Pero, ya quedó dicho, no sólo hay que huir de los Guardianes, hay que robar Capacidad de Amar ajena, si pasan demasiados años y no se consiguen resultados, vendrán en Persona desde el Universo del Fuego a por tan inefectivo empleado.

Y, créame, es mil veces preferible que te arroje a las llamas un Guardián.






viernes, 20 de abril de 2012

Historias Imaginarias de un Colegio que Jamás Existió: El Interesado.

"Llamadme Gus" aprende rápido, pero todavía le queda mucho por aprender. En otras palabras, que de vez en cuando todavía le sigue entrando el disgusto indignado.

Es entonces cuando a José Luis Trestuestes le da la vena tierna y paternalista y acude al rescate, aunque sea por lo irónico.

-¿Qué pasa, amigo?

-¡Pues que no parece que ciertos alumnos estén muy interesados en aprender!

-No, no disimulan su apego por la ignorancia demasiado.

-¡Pues ellos son los principales interesados en su educación!

-No, los principales interesados en su educación somos nosotros.

-¡Pues deberían ser los alumnos, digo yo!

-Ya ves cómo son las cosas...Pero piénsalo, con quince años las características de la poesía romántica no son una prioridad...Bueno, si con quince ni con treinta.

-Entonces, ¿qué hacemos aquí?

-Tú no sé, yo ganarme la vida.

-¡Hablo en serio!

-Bueno, bueno, te lo voy a explicar bonito. La mente de un niño es un desierto, y se espera de nosotros que en quince año lo convirtamos en un océano donde haya hasta pececitos. Nosotros, día tras día, mes tras mes, tiramos cubos y cubos de agua. Está claro que ya no un océano, sino ni tan siquiera una charca sacamos de eso. Lo único que logras es un pedazo de tierra húmeda. Pero, teniendo en cuenta que estamos en el desierto, no está mal. Seguro que algo acaba brotando de allí.

"Llamadme Gus" sonrió.

-Eres un sabio, macho.

-Sin duda lo soy: Recuerda, muchacho, un colegio es un lugar donde los profesores, y algún que otro alumno, aprenden un montón de cosas.

jueves, 19 de abril de 2012

Lección de Economía.

La joven lumbrera tocó en la puerta del despacho.

-¡Ah, adelante, Goizkaina!

-Con permiso, señor decano.

La vieja lumbrera le indicó con un gesto a su subordinado que tomara asiento.

-Gracias.

-Mire, le he llamado para comentarle sus calificaciones de la convocatoria ordinaria de la asignatura "Macroeconomía 2".

-¿Hay algo incorrecto?

-Pues sí, muy incorrecto.

-No entiendo. ¿El qué?

-Pues me extraña, con lo inteligente que es usted.

-Sigo sin entender.

-Ochenta y tres por ciento de aprobados. ¿A usted le parece normal?

-Evalué a los alumnos y esos han sido los resultados objetivos.

-Ya...Pues igual habría que subir un poco el listón...Con el fin de mejorar el nivel de formación de los alumnos, claro está.

-El nível es el adecuado, según mi criterio cualificado.

-Ya...Mire, doctor, igual es que no me estoy explicando bien...A ver si se lo puedo dejar más clarito...A usted le gusta cobrar todos los meses,  ¿verdad?

-No entiendo.

-¡Entiende perfectamente!

-Esto que me está usted insuando es muy grave. Lo sabe, ¿verdad?

-¡Vamos a dejarnos de gilipolleces, usted es tan economista como yo y sabe que para cubrir unos gastos hacen falta ingresos, y las tasas de los alumnos repetidores son una importante fuente de capital!

-¡Esto es indignate! Pretende usted que...

-Shhhh...Yo no pretendo nada, doctor. Sólo le he hecho un comentario. Ahora, haga usted lo que crea más conveniente, la plaza de profesor es suya. Con su esfuerzo se la ganó y, quizás, se vaya usted a quedar estancado en ella el resto de su carrera profesional.

-¿Me está usted amenazando!

-¡No, hombre, sólo le estoy pidiendo que analice su labor profesional a la luz de esta pequeña reflexión que le he hecho, y, quizás, ajuste una o dos cosilla!

-Sabe que podría denuciarle por esto.

-Sabe que la denuncia no iría a ninguna parte. Aquí, como en cualquier otro sitio, todos nos conocemos a todos y a nadie le interesa abrir la caja de los truenos...porque acabaríamos todos empapados.

-¡Me voy de aquí!

-Muy bien, doctor. Que tengo un buen día, y piense en esto que le he comentado.

miércoles, 18 de abril de 2012

Sueños de Saldo.

No era la novela de su vida, ni tan siquiera era un novela. Era una biografía de Julio César (sí, el romano) que le habían encargado de una editoral de esas que editan baratito. Pero, ¡qué caramba!, al menos su nombre estaba en letras de molde en la portada de un libro (aunque escrito bastanta más pequeño que el del célebre general latino), y eso siempre hace ilusión.

La biografía le había costado un año de su vida, pero la había escrito más por la ilusión de verse publicado que por la miseria que le pagaron. Tampoco le podían dar mucho más: la colección "50 Biografías Claves de la Historia Universal", se vendía -en la sección de oportunidades de las librerias y las grandes superficies- a 3 euros la unidad (llévese 2 por 5, o 5 por 10).

E incluso así, aunque un año entero de su vida valiera menos que una hora de trabajo, él se pasaba por un centro comercial que había cerca de su casa y comparaba tacos: "¡Vaya, el de Franco está más bajito que el mío! ¡Claro, es que ése interesa mucho más!", se decía mientras cuadraba amorosamente los ochos tomos de su montón, como quién arropa a un hijo que se ha ido a dormir.

Y entonces pasó lo que tenía que pasar, que hubo que hacer limpieza y liquidación de material, y la susodicha serie de hagiografias de santos laicos empezó a ofrecerse por 1 euro la unidad, (o la colección completa por 30).

La masacre de ocasión duró un par de semanas, y luego la colección desapareció para siempre.

Él no volvió a publicar nada, principalmente porque la editorial que editaba baratito se fue a la ruina (¿a quién le interesa una biografia de Julio César en estos tiempos?) y no le llamaron de ningún otro sitio.

Pero, no obstante, mientras sella formularios o le dice a un señor que le falta un papel, él sonríe recordando que, en alguna parte, un libro con su nombre habita en una biblioteca.

(Cogiendo polvo, pero de eso prefiere no acordarse).

martes, 17 de abril de 2012

Inmortalidad.

-Mira, en ese pub parece que tienen puesto el partido. ¡Vamos a meternos!

-Muy bien.

-Buenas, jefe. Un par de pintas de cerveza.

-Marchando...Ustedes no son de por aquí, ¿verdad?

-No...Españoles...

-¡Catalanes, Pau, catalanes!

-¡Si le digo catalanes, no se entera!

-¡Claro que sí! ¡A que conoce usted Cataluña!

-Por supuesto, estuve por allí hace mucho tiempo, en 1982.

-¿Ves?

-¿Y le gustó?

-Mucho, me lo pasé muy bien. Fui con unos amigos.

-Bueno, vamos a concentrarnos en la final, que está a punto de empezar...

-Sí, ¿usted con quién va, jefe?

-Me da un poco igual. Yo soy del Aston Villa, y si no juegan...

-Ya, ya he visto que tiene usted ahí una foto del Villa...Un poco antigua, ¿no?

-Bueno, le tengo cariño a aquel equipo en particular.

-¡El pitido inicial, Josep!

-Sí, la final de la Copa de Europa: ¡El partido donde cualquier futbolista puede lograr la inmortalidad! Si consigues "La Orejona", serás recordado y admirado por los buenos aficionados como nosotros por siempre jamás.

Detrás de la barra, el dueño del pub no pudo reprimir una sonrisita irónica. Miró de reojo a la pantalla y le entró la nostalgia de todos los años por el cuerpo. Él sabía bien lo que era tocar aquel trofeo. Lo había ganado con el Aston Villa allá por 1982. Y también la Super Copa de Europa, arrebatándosela al Fútbol Club Barcelona. Pero de todo aquello, del fútbol, de la gloria y los aplausos, hacia ya tres décadas. Le quedaban un montón de maravillosos recuerdos, algunos amargos y el capitalito que le permitó comprarse una bonita casa y poner un pub con el que ganarse la vida.

Pero, había quedado bien patente, lo de la "Inmortalidad" no era más que un grandísimo cuento chino.

lunes, 16 de abril de 2012

Peoria: Un Pais Metido en una Ciudad.

"¿Esto funcionará el Peoria?", eso dicen que decían los artistas del caduco teatro de variedades norteamericano de antaño. De hecho, el mismísimo Groucho Marx pronunció la frase en "Una Noche en la Opera".

Y es que Peoría (ciudad de mediano tamaño en el estado de Illinois) parecía tener la clave, ser la más perfecta representación del (acaso poco sofisticado, pero siempre exigente) público norteamericano, la encarnación exacta de lo que era un país.

Por tanto, continúa la leyenda con mucho de realidad, se probaba el espectáculo en Peoria y, si funcionaba, se salía de gira. Si no, se aparcaba y se buscaban nuevos chistes, cantantes y coristas. Peoría había dictado sentencia.

Este fenómeno lo reflejaba a la perfección un chiste privado del mundillo del artisteo nómada:

-¿Has estado en Peoría?

-¡Sí, claro! ¡Una noche pase cuatro años en ella!

(¿Necesita mejor prueba de lo duras de roer que eran por las carcajadas por allí?)

En realidad, la magia -como tantas- tiene mucho de ciencia: su situación geográfica (a mitad de camino entre las dos grandes ciudades del Medio Oeste: San Luis y Chicago) hacía que Peoria estuviera habitada por gentes de todo tipo y condición, que se hubiera convertido en una pueblo grande con alma de ciudad (o puede que totalmente a la inversa).

El caso es que, en sintonía y por inspiración de la fama del vodevil, las serias empresas comenzaron a hacer sus sesudos estudios de mercado en Peoria o las cadenas de noticias empezaron a pulsar la opinión del votante en sus calles. En suma, que si quieres saber qué piensa Estados Unidos, pregúntale a Peoria.

¡Pero si hasta Bob Dylan empezó una gira de conciertos por allá!


domingo, 15 de abril de 2012

Gracia del Río (Un Pueblo con Poco de Ambas): Pan.

"Peralín" estaba mucho más repeinado de lo habitual (que es totalmente despeinado) cuando el Padre Cosme se lo cruzó aquel domingo por la calle.

-¿Dónde vas tan elegante, muchacho?

-Vengo, vengo de la capital, que hemos ido a un bautizo...Un amigo de mi padre, vamos, el hijo quiero decir.

-Ya, claro. ¿Y qué tal la ceremonia?

-¡No me sea competitivo, padre!

-No, en absoluto. Tanto ese sacerdote como yo jugamos en el mismo bando.

-En teoría, sí.

"Peralín", tan aficionado a dejar caer piedrecillas con corazón de bomba.

-Bueno, ¿qué te ha parecido?

-Pues mire, no se me ofenda, pero a mí me ha dado la impresión que el otro contrala más que usted de cosas de curas. Debe ser como en el fútbol, que los que juegan en la capital son mejores que los de los pueblos.

-Hombre, visto así, igual tienes razón.

-Sí, un cura muy sabio, porque se ha puesto a decir un montón de cosas muy raras, que yo no me he enterado de nada, y mis padres tampoco, por la cara que ponían.

-Ya veo.

-Pero ya le digo que no se sienta deprimido, que a lo mejor usted sabe menos de los asuntos de Dios, pero se explica mucho mejor.

-¡Vaya, gracias!

-En resumen: que ha sido como cuando en el cole nos llevaron aquella fábrica tan grande de hacer pan: nos calentaron la cabeza con los diferentes tipos de masa o un montón de procesos químicos, pero yo salí de allí sin saber de dónde narices sale una barra de pan.

-Entiendo.

"Peralín", para variar, poniendo el dedito en la llaga.

sábado, 14 de abril de 2012

Las Serpientes que Juegan al Ratón y al Gato.

No existe ninguna manera de que un Guardíán identifique a un Cazador a simple vista, ni a la inversa. Sin embargo, si se pueden  reconocer mutuamente.

Reconocerse porque muchos Guardianes fueron víctimas de un Cazador durante su vidal mortal.

Ese es el primer paso de estos Guardianes que quieren saldar su deuda con lo Divino y lo Humano: localizar a su Cazador y aniquilarlo para evitar que puede cazar a nadie más. Entonces, y sólo entonces, podrán empezar el duro camino para recuperar su capacidad de amar.

Aniquilar a un Cazador no es difícil, en teoría: basta con arrojarlo a una hoguera, que lo succionará como si de un agujero se tratara (y, en realidad, se trata) y lo devolverá al sitio de donde ha venido. Lamentablemente, si es el Guardián el que cae en la hoguera, también será absorbido.

Para toda la Eternidad.

No obstante, los Cazadores rehuyen a los Guardianes y sólo se enfrentan a ellos si se ven en clara superioridad numérica.

Los Cazadores son seres bastante cobardes. Aunque siempre hay excepciones.

Hay un puñado de Cazadores muy veteranos que son la flor y la nata de tan macabro colectivo. Ninguno ha cazado a menos de mil personas -esto es el principal requisito para ser aceptado en el grupo- y a la gran mayoría también los han arrojado a la hoguera cuando intentaban aniquilarlos.

Los miembros de este grupo, que se distinguen por una pequeña serpiente tatuada sobre el corazón, se reúnen con cierta frecuencia en lugares abandonados para fanfarronear de sus hazañas y beber hasta caer rendidos. En principio, es entonces cuando son vulnerables, y bastaría con pegarle fuego al edificio. Pero, obviamente, un grupo tan selecto no es tonto: con su extrema simpatía no les es difícil hacer que otras personas -inocentes y sus futuras víctimas- les acompañen en sus fiestas salvajes y ejerzan, sin saberlo, de escudos humanos.

Los Guardianes tienen entre ceja y ceja a este atajos de monstruos de pecho tatuado.

viernes, 13 de abril de 2012

Historias Imaginarias de un Colegio que Jamás Existió: Chiquilladas.

Cuando el asunto es simple, léase "suspensos en parciales" o "saltarse las primeras clases del lunes por sistema", la madre de Íñigo Corpaeza es la que va al cole para lidiar con el novillo.

Pero cuando lo que sale por la sala de profesores es un Miura, es el Señor Corpaeza en persona el que salta al albero de la sala de visitas.

Y, sin duda, una enorme pintada en la fachada del colegio insultando gravemente a un profesor no es un asunto baladí, y más cuando hay pruebas gráficas de la fechoría. Los móviles con cámara mezclados con la insensata arrogancia adolescente son una combinación explosiva.

Corpaeza padre esperaba medirse al director del centro en persona, por eso, cuando lo recibió el tutor raso, se sintió ofendido, aunque luego le entró un profundo alivio: "el director habría sido más duro, a este pobrecillo me lo como con patatas".

-Pensé que me entrevistaría con el Hermano Director.

-No, el asunto -de momento- es competencia del tutor.

-Entiendo. Al fin y al cabo, no es más que una chiquillida sin importancia...

-Bueno, calificar a alguien como "cabrón hijo de la gran puta" no es ninguna tontería.

-¡Que es una chiquillada, hombre! ¡El chaval, que estaría picado por alguna nota!

-En cualquier caso, y según el reglamento disciplinario, Iñigo se va a quedar una semana en casa expulsado.

-¡No me fastidies! ¿Sólo por eso? ¡Qué poca compresión! ¡Parece que no hubieras tenido 15 años, coño!

-Sí, sí que los tuve, pero no me dedica a ir insultando a mis educadores por escrito.

-¿Y dónde está ese reglamento, que yo lo vea?

-Tenga, le he sacado una copia del artículo en cuestión.

-Ya...Pues mira, me voy a llevar esto para que le eche un vistazo el gabinete jurídico de mi empresa...Ya ves, yo era igual que mi chaval cuando tenía 15 añitos...Hacía este tipo de cosas -y peores- y, mira, no me ha ido tan mal en la vida: 54 empleados tengo en la empresa. No está mal, ¿eh?...Bueno, me voy, que soy un hombre muy ocupado. Adiós y ya tendrá dirección noticias mías.

José Luis Trestuestes vio a aquel cacho de carne metido en un traje caro alejarse por el pasillo. Sabía que estaba mal juzgar a la gente, que él no era nadie para hacerlo, pero lo haría de todos modos. ¿Cómo evitar la tentación de hacer juicios de valor sobre aquel tipo? Tras 21 años de matrimonio, el señor Corpaeza decidió que se había enamorado perdidamente de una de las 54 personas que tenía en su empresa y abandonó el hogar familiar para irse a vivir con la señorita en cuestión. La madre se quedó como si le hubiera pasado un tifón por el alma -y todavía no se había recuperado- mientras que los tres hijos lo llevaban con más sosiego: papá acallaba los reproches a golpe de talonario, con coches y viajes para los mayores, y consolas y móviles para el pequeño Íñigo.

Aunque, muy posiblemente, para el señor Corpaeza todo aquello no era más que una "chiquillada".

jueves, 12 de abril de 2012

¿Qué es Ideología Política?

Pregunta de fácil respuesta, tanto, que hay miles. A saber:

Es la absoluta convicción de que los destinos de mi país se han de regir de la manera que más me convenga a mí individualmente. A este principio se le da -habilmente- la vuelta, y hasta suena patriótico: "Lo que a este país le hace falta es que se proteja al campo, que es fuente de riqueza: que se suba el precio de las cosechas y se baje el de los seguros", dijo el agricultor.

Ideología política es también la de los que abogan por la creación de comunidades de hombres y mujeres donde todo sea de todos. Por tanto, éstos no creen en la propiedad privadad, porque es gente que sólo cree en lo que ve. El problema es que algunos, con el tiempo, empiezan a verse ellos con propiedad privada. Y, claro, como ya la han visto, pues empiezan a creer en ella. Y a defenderla.

Otra faceta de una ideología política es ser parte del tan acogedor "paquete de la normalidad", ése que hace que toda la gente que se considera diferente sea exactamente igual. En otras palabras, que yo pienso y me comporto del mismo modo que todos los que me rodean. A mí me parece muy deprimente que sólo viendo tu pinta se pueda adivinar con total precisión qué piensas de la Religión o a qué partido votas pero, ya le digo, a esto mucha gente la llama "ser normal", y ser así les reconforta.

Las ideologías políticas son también la excusa para hacer de mis odios personales causas nacionales, para travestir mis miedos particulares de amenazas para el conjunto de la sociedad y para sentirme respaldado en comportamientos que, vistos friamente, son del todo bochornosos.

Ya ve, según yo lo veo, las ideologías políticas suelen ser poco más que una expresión de puro egoismo. A mí me costó mucho asimilar este concepto, hasta que un señor que trabajaba para una ONG pronunció estas palabras: "El altruismo puro no existe".

Eso me demostró que, incluso en los lugares donde el egoísmo debería ser "persona non grata", éste entra, sale, domina y mangonea.

Igual es que ideología política es el disfraz que se pone el egoísmo cuando sale de fiesta en las manifestaciones de todos los colores.

miércoles, 11 de abril de 2012

Merecidos Homenajes Laborales.

Chico Marx ya marcó la clave: "Yo no quiero trabajar, yo lo que quiero es un trabajo".

Y muchos han hecho de esta máxima un estilo de vida: no ganar ellos el dinero, sino que sea el propio dinero el que se rinda él solito.

Y, siguiendo con las rendiciones, yo les rindo hoy su homenaje:

-Al tío que está siempre mirando mientras otros trabajan: vale, se fija mucho, de acuerdo, de tanto en vez dice: "'¡vas bien, vas bien!" o "¡más a la izquierda!", y puede que hasta consulte un plano o anote algo pero, al fin y al cabo, no hace sino mirar.

-Al tío que no para de ir y venir, y nadie sabe a dónde ni por qué. Trae un papel, vuelve con el mismo papel fotocopiado, se vuelve a ir, lo trae grapado a un albarán, pero resulta que lo había que grapar era el original, va a desgrapar...Y, cuando te quieras dar cuenta, las tres y a casita.

-Al tío que no para de teclear delante del ordenador -muy serio, eso sí-. Cada diez minutos, detiene su frenético juego de dedos, se queda mirando incluso más serio la pantalla, saca un cuadernillo, busca un dato, lo confirma con la pantalla, lo reconfirma con el cuadernillo, entonces llama por teléfono y desde central le dicen que puede borrar el fichero tranquilamente.

-Al que ha ido un momento al cuarto de baño, y cuya vuelta se demora más de lo que el más extremo estreñimiento unido a uns escrupulosa pulcritud en el lavado de manos pueden justificar.

Y, mi favorito, al que está desayunando. Mantengo mi teoría de que este país llamado España rodaría mucho mejor si el personal pudiera desayunar en su santa casa.
 
En resumen, toda mi admiración y envidia por aquellas personas cuya jornada laboral se concreta en: paseo por el edificio para ponerse al día de cotilleos, desayuno con más cotilleo, repaso de prensa, segundo paseo por el edificio y, si me lo piden de buenos modos, traslado ocasional de bultos y paquetería en general, y, si de verdad me lo solicitan muy educadamente y estoy de buenas, apertura de sala (eso si, con cara de asco).

martes, 10 de abril de 2012

Los Casos de Woodchat Shrike: La Sonrisa del Maestro (y 12).

Me quedé un rato pensando, mientras jugueteaba con aquella capucha. Entonces, de repente, me percaté de que estaba jugando con fuego y la tiré con cierta violencia.

Al caer al suelo, un pedacito de papel -que hasta entonces me había pasado desapercibo- quedó destacado en el fondo negro de la capucha como una mosca albina en el chocolate.

Un pedacito de papel cuidadosamente doblado, no quedada la más mínima duda de lo que contenía.

¿Habría hecho más copias o simplemente había confiado ciegamente en esa "Voluntad Divina" y se lo había jugado a una carta? "Confiar ciegamente en la Divinidad", creo que también lo llaman ser creyente.

Tomé el pedazo de papel y, con las manos temblorosas y la reverencia que el momento demandaba, lo desdoblé. Apenás me encontré con tres línes de texto.

Me desperté en una camilla.

-¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?-le pregunté a un tipo de blanco que pasaba por allí.

-Descanse.

-¡Un hospital! ¿Qué hago en un hospital?

-Le han traído de urgencias.

-¿Qué me pasa?

-Traquilícese y descanse, por favor.

Un ataque de histeria aguda, eso me había producido la lectura del chiste. Risa histérica que había hecho que hubiera estado más de un cuarto de hora riéndome a voces. A la ambulancia la había llamado mi vecino, alertado por lo que oía al otro lado de la pared.

Instintívamente, me metí la mano en el bolsillo, donde creía recordar que había guardado el preciado tesoro. Ahí seguía el papel. Aliviado, hice lo más correcto: lo arrugué en una pequeña bolita y me lo tragué.

Entonces me relajé y me di cuenta de que Woodchat debía de ser un tipo duro de veras si aquel chiste tan sólo le había producido una carcajada simple.

En cuento me dieron el alta, hice una copia del chiste y la guardé en lugar seguro.

Con la sonrisa del recuerdo en los labios, me volví a casa. Decidí darme un par de semanas de vacaciones ante de perseguir la pista al siguiente caso de Woodchat: Algernon Cornell.

lunes, 9 de abril de 2012

Los Casos de Woodchat Shrike: La Sonrisa del Maestro (11).

Pese al tiempo y la distancia, la seguía notando próxima, al acecho, esperando que me acercara más de la cuenta para asestarme su zarpazo letal. Así pues, no podía investigar sobre el "cura" o su víctima. Sabía que si empezaba a hacer preguntas, lo más probable es que me costara la vida.

¿Qué si no había convertido al verdugo en condenado? Mi fallo, mi carcajada ahogada tras la capucha -pero no lo suficiente como para que el sacerdote no se percatara de ella-. Sin duda, él estaba pendiente, la esperaba, la temía...

El chiste, el mejor chiste de la historia, debía morir con el "cura", pero no lo había hecho. Sobrevivía en mí. Y nadie, nadie debía ni tan siquiera sospecharlo, si es que yo pretendía seguir con vida.

No me cabía la más mínima duda: ese mismo chiste había sido la causa del crimen. La víctima lo sabía y había de morir por ello. Pero no se había ido de este mundo sin transmitírselo a su asesino. Por eso se vigiló al "cura" día y noche, para que no pudiera continuar con la cadena. Pero, en el ultímísimo instante, lo hizo.

Pero, ¿qué tenía de especial el dichoso chiste, aparte de ser tan bueno? ¿Cómo había llegado la pareja de sacerdotes a conocerlo?

La última pieza de mi demencial rompecabezas era la afición del "cura" por el Rey Arturo y su leyenda: la búsqueda del Santo Grial, del Cáliz que Cristo utilizó en la Última Cena...Una cena con amigos, de esas donde tantos y tantos chistes se cuentan.

Revisé los Evangelios y no encontré un solo chiste. Pero Jesús era un gran tipo -el mejor que vieron los siglos- y yo no conozco a nadie bueno que no tenga sentido del humor, que no te haga reír, que no te levante el ánimo con un buen chiste.

Y ahí lo dejé y lo dejo. El chiste que aquel hombre me contó con su último aliento, el chiste que me hizó reír como un niño un segundo antes de comportarme como un asesino, era tan bueno que no parecía obra del ingenio humano. Estaba muy por encima de los tiempos y los idiomas. Era el chiste de los chistes.

Quizás, sólo quizás, el Santo Grial no era una copa, sino una demostración de que Jesús era tan hombre que hasta le gustaba hacer que la gente se riera a carcajadas.

Quizás, sólo quizás, para mucha muy poderosa a lo largo de los siglos, ha sido incómodo, e incluso del todo inadmisible que el Señor contara un chiste en la Última Cena.

Quizás, sólo quizás, protegido por la Voluntad Divina, el chiste ha ido pasando de boca a boca durante los siglos, sobreviviendo milagrosamente a todos los intentos de acabar con él.

Como dice la Biblia: "Dios actúa de modos misteriosos".

domingo, 8 de abril de 2012

Los Casos de Woodchat Shrike: La Sonrisa del Maestro (10).

Quedé citado con mi "Hombre en Strangeways" en un discreto pub a las afueras de Manchester. Oficialmente, el motivo de nuestra cita era mantener una amigable charla y que el me pusiera al día de los pequeños cotilleos de la prisión. Dejé que la conversación fluyera plácidamente por ese cauce, hasta llegar a donde a mí me interesaba.

-¿Y de lo de la muerte del ayudante de "El Paleto"?

-Nada. Caso cerrado.

-Ya. Una pena. Bueno, por lo menos no se fue al otro barrio con el mal sabor de boca de haber liquidado a un cura, por muy drogadicto que fuera.

-Sí...¡Un cura drogadicto, parece de chiste!

-¡Y tanto! Oye, ¿y se drogaba delante de vosotros en la celda?

-No, se metía en el baño. Era el único momento en que se quedaba solo...

-Porque estaba todo el día con otro cura encima, ¿no?

-Sí, es que decían que estaba muy deprimido por lo que había hecho, y temían que pudiera intentar "una tontería". Ya sabes lo mal vistas que están vistas esas "tonterías" en el mundo de la religión.

-Ya, un cura drogadicto, asesino y suicida.

Los dos nos echamos una buena carcajada. En este mundillo somos muy dados al humor negro oscuro.

-Lo que hacía todo el día era leer libros.

-¿De qué tipo?

-Del Rey Arturo y esas cosas. Era un tema que le apasionaba, sobre todo desde que había estado en Tierra Santa.

Las largas horas custodiando a un condenado dan para llegar a conocerse.

-El Rey Arturo...Ya.

-Aunque a los curas acompañantes no les debía de hacer mucha gracia el asunto, porque siempre que salía, ellos cambiaban por otro rápidamente.

Me despedí de mi "Hombre en Strangeways" con un afectuoso apretón de manos. Ya me había dado toda la información interesante que podía.

sábado, 7 de abril de 2012

Los Casos de Woodchat Shrike: La Sonrisa del Maestro (9).

Conozco bien a la Muerte, se puede decir que como un fiel mayordomo conoce a su viejo Lord inglés. La ha visto actuar más veces de las que cualquier hombre debería -y he escapado de su zarpazo por milímetros o décimas de segundo-; sé lo que esta pensando, y, aunque no ignoro me acabará cazando como a todo ser vivo, intuyo que le va a costar muchísimo.

Este instinto del que hablo fue el que, durante unos meses, me llevó a no volver a ocuparme del caso del "cura". Sabía bien que me convenía dejar enfriar el tema.

Pasada la cuarentena, me volví a acercar al asunto, pero con disimulo, como si mi interés fuera del todo casual. Empecé por revisar viejos periódicos de los días posteriores al crimen y durante el juicio.

Resultaba que el "cura" y su víctima eran viejos amigos y compañeros de carrera eclesiástica. Juntos había estado en el seminario, juntos había ido a la universidad, juntos se habían doctorado en Teología, juntos habían estado en Tierra Santa y juntos había pedido el destino en uno de los barrios más chungos de Manchester.

Ahí es donde, aparentemente, le habían ofrecido experimentar con drogas y él había aceptado, y tanto le gustó el tema que terminó convertido en un adicto.

"Sacerdote mata a íntimo amigo y compañero por 3 libras para droga", eso rezaba un sensacionalista titular.

¿Y a nadie le pareció todo eso muy raro, nadie se hizo preguntas? ¿Un tío de fuerte vocación religiosa y sólida formación espiritual que se dedica a experimentar con opiáceos? ¿Un hombre de Dios que mata a un amigo íntimo por dinero? Pero, además, ¿qué persona en su sano juicio se resiste hasta perder la vida por salvar un poquito de limosna para los pobres? No, ni uno era de los que matan por 3 libras, ni el otro de los que mueren por dicha cantidad.

En cualquier caso, yo estaba casi seguro de que el presunto drogadicto ni tan siquiera había probado la droga. O, por lo menos, llevaba mucho tiempo sin inyectarse. Y oficialmente se había mentido a ese respecto.

Era el momento de remover un poquito la porquería, que ya estaba seca y olía menos. Tomé el teléfono de mi "Hombre en Strangeways".

viernes, 6 de abril de 2012

Los Casos de Woodchat Shrike: La Sonrisa del Maestro (8).

-¿Cómo que ahogado? ¿Qué ha ocurrido?

-No se sabe, pero todo apunta a que se tiró él.

-Ya.

El abrazó que me había plantado el muchacho hacía unas horas no era el de una persona que se está planteando quitarse la vida.

-Sí, es curioso, porque se fue de la cárcel muy contento, e incluso el director le había felicitado por cómo había hecho todo. Le dijo: "Dudaste unos segundos en el momento clave, pero es normal la primera vez. Por lo demás, lo hiciste todo muy bien".

En efecto, la duda fueron los segundos que el cura tardó en terminar de contarme el chiste.

-¿Le van a hacer la autopsia?

-No creo. El chaval no tenía familia, y, bueno, la cosa tiene la pinta que tiene y no creo que le den más vueltas...Al muchacho le dio un ataque de remordimiento de conciencia y no supo superarlo. No es la primera vez que le ocurre a un ejecutor. Se le entierra y listo.

-Pero tú y yo sabemos que esta vez ni lo vio.

-Sí, pero las autoridades no. En fin, te tengo que dejar. Adiós.

-Adiós, y gracias por llamar.

Como en tantas otras veces, las cosas cada vez me encajaban menos y me apestaban más: De entrada, tenía claro que ese chico no había acabado en el agua por su propia voluntad, no cuando estaba a punto de iniciar una nueva vida. Además, es bien cierto que la gente de mi gremio es muy dada al suicidio -no resulta sorprendente, haciendo lo que hacemos-, pero no nos tiramos a un río: la pura deformación profesional nos lleva a acabar colgado de una viga.

Por otra parte, el cura, en teoría, era un drogadicto, pero en el poco tiempo que manejé su cadáver antes de la entrada del sacerdote, no aprecié marcas de aguja en sus brazos, aun cuando, oficialmente, en la cárcel se la había estado suministrando droga "como una gracia especial en atención a sus penosas circunstancias".

Y, lo más raro de todo, ¿quién demonios invierte sus últimas palabras en contar un chiste? El mejor que jamás había oído, por cierto. 

jueves, 5 de abril de 2012

Los Casos de Woodchat Shrike: La Sonrisa del Maestro (7).

Justo cuando había empezado a preparar el cuerpo para que se lo llevaran los de la funeraria, y todavía sin despojarme de la capucha, entró un sombrio hombrecillo calvo y con sotana.

-¡Váyase, por favor, yo me ocupo!

-Pero...Hay que lavar el cuerpo y el forense tiene que levantar acta...-répliqué.

-¡Ya le digo que yo me hago cargo de todo!

Se notaba que aquel hombre estaba acostumbrado a dar órdenes y a ser obedecido sin rechistar.

-Muy bien, adiós entonces-respondí encaminándome a la salida.

-Por cierto, ¿qué le dijo el reo antes de morir?

-Nada.

-¿Está seguro?

-Nunca dicen nada en esos momentos. Todo pasa demasiado deprisa, y me precio de ello.

Mentira, la mayoría dice algo, pero esas eran palabras que el respeto me impedía compartir con nadie.

-Es curioso, me pareció que usted se reía justo después...

Se había notado demasiado, incluso debajo de la capucha.

-¡Qué dice usted! ¿Cómo voy a reirme en tales cirscunstacias?

-Habrán sido figuraciones mías.

Volví discretamente a la sala donde el chaval me esperaba. Le entregué la capucha y los guantes. Él me despidió con un abrazo y lágrimas en los ojos. Era el llanto de alguien que se había quitado un gran peso de encima y podía iniciar un camino nuevo y esperanzador hacia un futuro de felicidad. "Esto no era lo mío, me tentó el dinero, por eso me equivoqué".

En fin, misión cumplida.

A la mañana siguiente, ya vuelta a casa, me volvió a despertar el teléfono poco después del amanecer. De nuevo, mi "Hombre en Strangeways".

-¿Qué pasa ahora? -respondí bastante irritado.

-Es el ayudante de "El Paleto", ha aparecido ahogado en el Mersey.

miércoles, 4 de abril de 2012

Los Casos de Woodchat Shrike: La Sonrisa del Maestro (6).

En el interior de un forro torpemente cosido a la capucha estaban las cuartillas con el relato de Woodchat. Parecía claro que el dueño del pub no había manipulado la capucha tanto como afirmaba.

"Aquel 'servicio' ni siquiera era para mí. Me chivaron que "El Paleto" se iba a hacer cargo. Lo lamenté por el pobre cura, pero las autoridades deciden, y "El Paleto" tiene amigos en el Norte. Entonces, el día antes de la ejecución, a primerísima hora de la mañana, sonó el teléfono. Era mi "Hombre en Strangeways".

-Tienes que venir con urgencia.

-¿Qué pasa?

-"El Paleto" se ha puesto con un ataque de ciática de espanto y no puede actuar. El ayudante que lleva dice que él solo se encarga, pero no le veo capaz...

Yo tampoco.

-¿Has hablado con el director?

-"El Paleto" le ha dicho que el chaval lo hará bien, y ya sabes que siempre le cree.

¡Condenado paleto!

-¡Voy para allá!

Corriendo a coger un tren al norte, ¡menuda manera de empezar el día!

Pasé el viaje leyendo la prensa. El cura y su inminente ajusticiamiento llenaban hojas y hojas blanco-amarillentas: detalles del caso, el juicio y elucubraciones sobre cómo serían la última noche y la ejecución. Todas fatal encaminadas, estos muchachos de la prensa han visto demasiadas películas americanas. Lo que saqué en claro de aquella lectura fue que el cura había sido destinado a predicar entre los muchachos de las zonas pobres y, cosas de la vida, al que lo había catequizado había sido a él: drogadicto, y de los que "van por vena". Tan fuerte era la adicción, que había matado a un compañero para poder costeársela. En fin, el ser humano nunca dejaba de sorprenderme.

Llegado a Strangeways, entré sin mayor dificultad: allí mi rostro ya era familiar, máxime en 'uno de esos días'. Rápidamente, pasé al cuartito donde los ejecutores matamos la horas antes de matar a las personas. Allí estaban mi "Hombre en Strangeways", y el muchacho que ayudada a "El Paleto" - y de paso, aprendía el 'oficio'-. No le conocía físicamente, sólo por referencias, malas referencias.

-¿Quién es usted?

-El que va salvarte el cuello, y, en cierto modo, también al cura.

-¿Qué dice?

-Que tú mañana a las 9 te esperas aquí tranquilito mientras yo le doy el pasaporte al cura.

-¿Cómo?

-Mira, chaval, sé que estás muerto de miedo. Es normal, no te preocupes, no todo el mundo vale para actuar de 'jefe' en este oficio. Así que deja que yo lo haga...

-Pero...El dinero, si no lo hago yo, no me pagan...

-No te preocupes por eso, chico. Me voy a poner una capucha y guantes. No hace falta hablar, sólo actuar. Luego dices que has sido tú, cobras y listo...

-Pero...

-Nada, decidido. Consígueme una capucha negra y unos guantes -ordené a "Mi Hombre en Strangeways"-, di que, dado el carácter de religioso del reo, el ejecutor de la sentencia desea actuar con el rostro tapado.

-¿Colará?

-Colará. De hecho, a la prensa le va a encantar, les chiflan este tipo de anécdotas morbosas.

Al rato, ya estaba todo el material listo. Con máxima discrección, inspeccioné al reo desde la mirilla de la celda. Me pareció muy tranquilo y sereno. Pregunté si lo habían sedado. "No," -me respondió mi "Hombre en Strangeways"-"por orden judicial se le había suministrado droga hasta ayer, pero él ha pedido que no le demos más". Entonces, fui a echar un vistazo a la soga, la cual, como me temía, estaba una pulgada corta. Típico de "El Paleto". Corregido el error, pasé el resto de la velada en compañía de aquel pobre chaval que creía haber encontrado una solución metiéndose en aquel macabro oficio, pero sólo se había topado con problemas. Poco antes de salir el sol, después de horas y horas de charla, llegamos a la mutua conclusión de que lo mejor era que él lo dejara. Feliz de haber hecho mi buena obra del día, me eché un ratito antes de hacer mi mala obra del día.

El 'trabajo' se ejecutó sin mayor novedad, uno de tantos. Bueno, miento, no fue uno de tantos. No es normal que las últimas palabras del reo, cuando lo conduces a la horca y le pones el capuchón, sea contarte un chiste.

Y confieso dos cosas, aunque resulten difíciles de creer: que demoré adrede unos segundos la ejecución para escuchar el final y que me hizo gracia, muchísima gracia, como jamás ningún chiste me hizo ni me hará".

martes, 3 de abril de 2012

Los Casos de Woodchat Shrike: La Sonrisa del Maestro (5)

Recapitulé lo que tenía: el dueño de un pub que dejó la cárcel porque "aquello no era lo suyo", casado con una mujer que -bajo seudónimo- vendía tejidos y que, seguramente, proporcionó la tela negra para hacer una capucha.

Estaba claro: había llegado el momento de volver al pub y poner, de una vez, todas las cartas sobre la mesa.

Me presenté a primerísima hora de la mañana, cuando era más probable que hubiera pocos testigos.

Nada más abrir la puerta, me lo encontré observándome desde detrás de la barra, como si me estuviera esperando. Entonces, sin inmutarse, metio la mano debajo del mostrador, extrajo una capucha negra y me la lanzó.

-Tenga lo que ha venido a buscar, váyase para siempre y no me moleste más, por favor.

-Gracias -balbuceé.

Entonces, cuando ya me disponía a marcharme, aquel hombre me tomó del brazo y me indicó con un gesto que me sentara. Llevaba algo metido dentro desde hacía décadas -algo que le hacía mucho daño-, y había llegado el momento de librarse de ello.

-Cada vez que el director de la prisión pedía voluntarios para algún ahorcamiento, yo me presentaba voluntario, me parecía una buena idea, algo muy atractivo. ¡Ver cómo ahorcan a un criminal, guau! Hasta que, por fin, me tocó. Pero luego, a la hora de la verdad,...Es horrible, ¡horrible! Después de todos estos años sigo teniendo pesadillas...La tensión, los nervios...La peste a pánico que se me puso en al nariz, la boca pastosa, el pulso temblando....El sudor, el sudor. ¡el sudor!

-Tranquílícese, por favor -le dije mientras le alcanzaba mi pañuelo.

-Por eso lo dejé, sabe, lo de trabajar en la cárcel...Y, ¿adivina qué fue lo peor? ¡Que yo estaba medio desmayado y el tipo que lo hizo, el de la capucha...se reía...! ¿Qué clase de monstruo acaba de matar a un ser humano y está muerto de risa?  -¿Woodchat riéndose en una ejecución? De nuevo, no parecía su estilo- Pero, no todo fue negativo en todo aquello, de hecho, también me pasó lo mejor de toda mi vida. El director de la cárcel había encargado una capucha para el matarife y me tocó a mí ir a buscarla. Allí fue donde conocí a Sarah...Ya sabe lo que dice la Biblia: "Dios actúa de modos misteriosos".

-No es de la Biblia.

-¿Cómo dice?

-Nada, perdone...¡Pero el apellido de su esposa no era Kecks!

-No, deje que termine. Lo de "Kecks" se lo puse yo, una bromita entre nosotros, porque yo le decía que la tela de su tienda sólo valía para hacer calzoncillos...Ya sabe, tonterías de novios...El caso es que, años después, entró aquí un hombre y me escuchó que la llamaba así: "Kecks". Le expliqué la gracia y se rio. Yo conocía esa carcajada, la llevo tatuada en el alma. Entonces, le quise echar de mi pub, pero él me rogó que me tranquilizara y me entregó esta capucha: "Algún día, alguien preguntará por Sarah Kecks, déle esto, por favor". Y se fue...Miles de veces he estado tentado de tirarla a la basura, pero, no me pregunte por qué, no he sido capaz. El otro día, cuando vino usted y preguntó por "Sarah Kecks", me entró el pánico y le eché, tampoco sé la razón. Hay algo especial en este pedazo de tela...En fin, llévesela y hasta nunca.

-Adiós.

lunes, 2 de abril de 2012

Los Casos de Woodchat Shrike: La Sonrisa del Maestro (4)

Ya tenía datos del reo, pero todavía me faltaba localizar su conexión con Sarah Keks, conexión que, sin duda, me llevaría al relato de Woodchat.

No obstante, y dado que parecía que Sarah había vivido mucho tiempo en el barrio, no debía de ser dificil encontrar más información sobre ella.

-¿Sarah Kecks? No, no la conozco, ¿a ti te suena, Margaret?

-No, querida.

¡Cómo, un par de señoras de avanzada edad saliendo de una reunión parroquial que no estaban al tanto del vecindario! ¿Qué está pasando en el Reino Unido?

-Era la mujer del dueño de un pub, "The Goose and Noose".

-¡Ah, joven, pero ésa era Sarah Teggins!

-Bueno, quizás Kecks es apellido de soltera.

-No, de soltera era Sarah Adams.

Afortunadamente, la vieja tradición de la anciana británica como base de datos seguía disfrutando de estupenda salud.

-¿Está segura?

-¡Por supuesto, de niña iba a la tienda de telas donde trabajaba!

-¿Y sigue esa tienda abierta?

-¡No, hombre, cerró hace años!

-Una tienda de telas, dice usted.

-Sí.

-Ya.

El tipo de sitio donde uno iría en busca de la materia prima para confeccionarse una bonita capucha.

domingo, 1 de abril de 2012

Los Casos de Woodchat Shrike: La Sonrisa del Maestro (3)


-Un familiar mío fue ahorcado en Strangeways y me habían dicho que Sarah Kecks le conoció. -dije enseñando una de mis cartas, pero no toda la mano.

Al anciano se me le humedecieron los ojos. Estaba claro que él sabía bien a lo que yo me refería (al contrario que yo mismo). Sin duda, iba en el camino correcto, aunque no tenía ni idea de adónde conducía.

-No sabía que el cura tuviera familia...

-Bueno, soy un familiar lejano. -continué con el farol, con la esperanza de que no se notara mucho.

¿El cura? ¿Quién diablos era "el cura"?

-En fin, no sé quién le dio esa información, pero mi Sarah nunca conoció al cura, lo siento.

Curioso, yo tan preocupado por estar mintiendo mal, y el otro lo estaba haciendo aún peor que yo.

-Pero usted sí, ¿verdad? -había llegado el momento de lanzarse al ataque.

-¡Vayase de mi establecimiento, por favor!

Hice lo me dijo. Era evidente que, de momento, debía parar de tirar de esa cuerda: era fundamental para mí y no me podía arriesgar a romperla.

Además, ya tenía una pista importante: un cura ajusticiado en Strangeways. No debía de haber muchos de esos.

En efecto, tan sólo uno: el padre John Benjamin Smith, sacerdote católico.

Caso curioso que, para amortiguar el escándalo, se intentó llevar con la máxima discrección posible (con éxito relativo): un sacerdote que va con la calle con un dinero destinado a un comedor de beneficencia es asaltado por un compañero de orden. Se produce un violéntisimo forcejeo por el efectivo que termina con un sacercedote herido de muerte en la nieve y el otro en la comisaría. El agresor -John Smith- es juzgado y condenado a la horca sin poner la más mínima objección. Avergonzado, declara que todo fue causado por: "una maldita adicción de la que caí preso y que me esclavizó y convirtió en un monstruo sin entrañas". Pasó un brevísimo periodo en Strangeways, rezando constantemente, y siempre acompañado de dos sacerdotes, que lo velaban noche y día. Finalmente, según uno de esos sacerdotes, testigo presencial: "murió a manos del encapuchado verdugo de un modo sereno y cristiano, ".

¿Encapuchado verdugo? Woodchat nunca había mencioando que se pusiera capucha para actuar.