Ya tenía datos del reo, pero todavía me faltaba localizar su conexión con Sarah Keks, conexión que, sin duda, me llevaría al relato de Woodchat.
No obstante, y dado que parecía que Sarah había vivido mucho tiempo en el barrio, no debía de ser dificil encontrar más información sobre ella.
-¿Sarah Kecks? No, no la conozco, ¿a ti te suena, Margaret?
-No, querida.
¡Cómo, un par de señoras de avanzada edad saliendo de una reunión parroquial que no estaban al tanto del vecindario! ¿Qué está pasando en el Reino Unido?
-Era la mujer del dueño de un pub, "The Goose and Noose".
-¡Ah, joven, pero ésa era Sarah Teggins!
-Bueno, quizás Kecks es apellido de soltera.
-No, de soltera era Sarah Adams.
Afortunadamente, la vieja tradición de la anciana británica como base de datos seguía disfrutando de estupenda salud.
-¿Está segura?
-¡Por supuesto, de niña iba a la tienda de telas donde trabajaba!
-¿Y sigue esa tienda abierta?
-¡No, hombre, cerró hace años!
-Una tienda de telas, dice usted.
-Sí.
-Ya.
El tipo de sitio donde uno iría en busca de la materia prima para confeccionarse una bonita capucha.
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