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domingo, 28 de abril de 2013

El Muy Cruel Círculo de los Apostadores Morbosos: Un Gallo Era Grande, pero el Otro Era Valiente.

-¡No fastidies, si ese tío es un enclenque....y además está cojo!

-No he encontrado nada mejor, y, de todos modos, me han dicho los que estaban con él que tiene unos huevos increíbles.

-En fin, ya se verá.

En efecto, el tipo ya había cumplido los 50 y no debía de medir más de un metro y sesenta centímetros de alto, su cuerpo tenía tatuadas por todas partes las marcas de comer poco y mal, y, para postre, cojeaba mucho de la pierna derecha. Pero, precisamente porque con tan poco había sobrevivido a la calle tanto tiempo, luchaba con una fiereza y un vigor absolutamente dignos de admiración. Era lo que se dice un auténtico tigre de barba blanca.

Lástima que el otro tuviera veinte años menos y veinte kilos más. Y, para colmo, que no cojeara.

-¡Joder, me ha costado! -reconoció el vencedor, mientras se limpiaba la sangre de los más graves de los muchos cortes que el otro le había ocasionado con la botella rota.

-Sí, la verdad es que dan ganas de hacerle un entierro con honores militares, en vez de pegarle fuego y tirar las cenizas a un vertedero de basura, que es lo que vamos a hacer.

El vencedor se carcajeó. Era feliz. Se habia ganado un buen montón de pasta.

-Bueno, ¿y mi dinero?

Pum, pum, pum.

Tres tiros. Por la espalda, para ser fieles al espíritu del Círculo. Tres tiros en la cabeza, que no conviene correr riesgos cuando uno tiene este tipo de pasatiempos. Ese fue el premio para el vencedor.

En curiosa y poética ironía, vencedor y vencido ardieron en la misma hoguera y fueron a parar al mismo montón de basura.

Parece mentira que un tío que sobrevive en la calle sea tan tonto como para creerse que la gentuza va a consentir que haya testigos de sus crímenes.

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