El Cumpleaños de Ithar (1).

Ithar no conocía a su papá y tampoco sabía mucho de él, pero no le preocupaba. "Tú tienes una mamá que vale por dos", le solía decir su abuelo. Y los abuelos nunca mienten.

Lo que sí sabía Ithar era que su papá debía de ser alguien muy importante, porque los niños del cole, que todos tenían papá, nunca se burlaban de él por no tenerlo. Sólo uno lo había hecho una vez. La señorita lo había oído, se había llevado aquel niño ante el director y el crío había vuelto al rato llorando.

El 22 de septiembre de 1980, Ithar cumplía seis añitos. ¿Hay un día más deseado para un niño? Desde un mes antes, cada mañana al despertarse, Ithar le hacía la misma pregunta a su mamá: ¿Es hoy? Y todo los días, su mamá le negaba soriente con la cabeza y le daba un beso de bienvenida al nuevo día.

-¡Felicidades!

Ithar puso la sonrísa más grande de la que era capaz. ¡Por fin, por fin tenía seis años! ¡Por fin habían llegado los regalos, la fiesta y la tarta especial! Ese día en la escuela no pudo atender, no se quitaba todo lo bueno que le esperaba a la salida.

Al terminar la jornada escolar, sin embargo, había algo raro en el ambiente. Ithar lo presentía, aunque no sabía qué era. Su madre al ir a recogerlo parecía muy preocupaba, y también su abuelito al llegar a casa. ¡Estaba más pendiente de la radio que de su nieto!

-¿Qué pasa, abuelo?

-Nada, cariño, que hoy hemos empezado a luchar contra unos señores de otro país que se llama Irán.

-¿Luchar? ¿Una guerra?

-No...Sï...Bueno, tú no te preocupes, que vamos a ganarla muy rápido.

-Pero...tú no tienes que ir, ¿verdad?

-No, yo ya soy muy viejo.

-Y yo tampoco tengo que ir a luchar, ¿verdad?

-¡No, tú eres todavía un niño, y los niños no van a la guerra! ¡Anda, vamos a comernos la tarta!