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domingo, 7 de abril de 2013

La Serpiente que Se Muerde la Cola (y 6).

El comisario Vega -contra todo pronóstico lo habían terminado ascendido- indicó con un gesto a "La Serpiente" que se sentara. El muchacho lo hizo con la misma sonrisa de chulería que no se le había quitado desde el momento de la detención. Era un héroe. De hecho, un policía le había susurrado: "¡Con dos cojones, chaval!", al tiempo que lo esposaba. Además, le hacía cierta ilusión que Vega, el que había pillado a los asesinos de su abuelo, llevara el caso. Él le sabría entender.

-¿No le enseñaron en la escuela parroquial que está feo matar a un hombre en presencia de su madre?

"La Serpiente" pusó un gesto de extrañeza. ¿A qué venía aquello? ¿De qué lado estaba ese imbécil de Vega, del de los asesinos de su abuelo y tantos otros?

-No sé qué quiere usted decir, comisario.

-Que el tipo aquel estaba dando un paseo con su anciana madre, y usted va y le pega dos tiros en la cabeza, y a quemarropa.

-Sabe usted perfectamente que ese hijo de puta había matado a mí abuelo conmigo en sus brazos.

-Sí, de sobra sabe que lo sé. Por eso no le entiendo. Usted debería ser el primero que apreciara el dolor y el sufrimiento que causan estas cosas.

-¡Muy bien, un policía defendiendo a los asesinos! ¡Así va el país!

-Ya...Mire, es mejor que se calle hasta que venga su abogado.

-Sí, es lo mejor. Pero recuerde que yo no empecé esta guerra. Ellos lo hicieron y yo sólo me estoy defendiendo.

-Escuche, para serle sincero, me importa una mierda quién empezó. Lo único que me interesa es quién va a terminarla...Ah, por cierto, la mujer del tipo ese al que acaba de matar está embarazada, así que váyase usted mentalizando de cómo va a morir.

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