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sábado, 30 de marzo de 2013

Cirugía para Blatodeos (y 6).

¡Es tan curioso el corazón humano! El doctor Felipe Buagrada Celtí, el eminente entomólogo veterinario, había pasado toda su vida profesional estudiando a los insectos como acertijos a resolver en el camino hacia la prevención de enfermedades de perros, gatos o caballos. Los insectos eran sólo eso: bichos que matan animales.

Sin embargo, sin saber por qué, aquella mañana no fue capaz de soltar a Zarco por la calle, como era su intención. Se lo llevó a su casa y lo metió en una urna de cristal. Ya no era una cucaracha, era "Zarco".

Los meses fueron pasando, y cada dos o tres recibía la histérica llamada de Arteaga: "¡Zarco está malo otra vez, hay que operar!" Entonces, se repetía la misma rutina de captura de un nuevo sustituto y simulactro de operación en el cuarto de baño. Completado el cambiazo, el doctor se llevaba al Zarco sustituido y lo metía en su urna, con los demás.

Por cierto, cada operación le reporta al doctor el equivalente al sueldo de un año, por lo que ha dejado de trabajar. "Sus Zarcos" le han hecho ver la vida de un modo muy diferente: ya no disfruta en un laboratorio donde se mata a insectos, ahora se puede permitir el lujo de pasar más tiempo con su familia.

De vez en cuando, algún Zarco de las docenas que suele haber en la urna se muere de muerte natural -una cucaracha tiene un esperanza de vida de un año-, y al doctor le entra una penilla que le dura un par de días. 

Por fortuna, el señor Arteaga no sabe eso de que las cucarachas se mueren al año. Hace ya cinco años de la primera operación y él se sigue tragando lo de que cada intervención le devuelve la vitalidad a su amado blatodeo.

-Me preocupe que Zarco lleve ya tantas operaciones, doctor

-Nah, estos animales son muy duros. ¡Recuerde que sobrevivirían a una guerra nuclear!

-¡Tiene usted razón!

Y se ríen los dos bien fuerte.



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