-¡Cómo está el buen señor, eh!
-¿Disculpe?
-Su jefe que, bueno, eso de querer que curen a una cucaracha...Muy normal no es...
-Yo no estoy aquí para opinar sobre el señor Arteaga, sino para servirle.
-Ya...Bueno, pues ya no hace falta que me diga dónde está el baño. Podemos volver.
-¿No se va a lavar las manos, entonces?
-No, es que he decidido que voy a hacer una exploracion ocular preliminar, y para eso no hace falta que me limpie.
"¡Macho, sal de aquí lo antes que puedas!", se dijo el doctor a sí mismo.
De vuelta con Arteaga, éste parecía todavía más ansioso.
-¿Ya se ha lavado?
-No, como le comentaba a su empleado, voy a hacer una primera exploración, sin tocar a la cuca...a Zorba.
-Zarco.
-Eso, perdón.
Comenzaba la comedia, e iba a ser una obra más bien corta.
-¡Mírelo bien, mírelo bien! Zarco es muy especial para mí, y pagaría lo que fuera para garantizar su perfecto estado de salud.
Error, Zarco es una cucaracha de lo más común. Pero, eso del dinero...
-¿Lo que fuera?
-Sin límites.
Resulta bien raro que a un "entomólogo veterinario" se le presente la posibilidad de corromperse, y el doctor Buagrada siempre había pensado que no había dinero para comprar su honradez, que el dinero era lo de menos, que si no pensara así, no se habría metido a estudiar bichos. Pero, por otro lado...
-A ver, señor Arteaga, creo que ya sé lo que tiene su amigo. Lamentablemente, esto hay que operarlo y no será fácil, el instrumental quirúrgico entomológico no es barato.
-Ya le he dicho que lo haga falta, doctor.
-Muy bien, voy a preparar lo necesario, y mañana a primero hora estoy aquí.
-Doctor, ¿la intervención es con anestesía general o local?
¡Jo, qué pregunta! Al doctor le costó reprimir la carcajada, pero por fin acertó a responder (muy serio):
-General, no queremos que Zarco sufra.
-Por supuesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario