El Cinquillo (y 6).

-¿Así está bien de luz?

-OK.

El profesor Candegosa tenía el examen en cuestión metido en una carpeta. No podía ni tan siquiera echarle un vistazo hasta que la tele conectara en directo. La exclusiva era la exclusiva.

No obstante, no le hacía falta mirar para saber que aquello estaba más que aprobado. Al público le gustan los finales felices y el nené, el que había organizado todo aquello, lo sabía bien.

Allí estaba, sentado frente a su mesa de despacho, con media sonrisa y toda la mirada del tipo listo que realmente era. Se había quitado la máscara.

Mientras, también para toda la nación, el padre estaba fuera. junto a la puerta del despacho, de rodillas. Al menos habían conseguido quitarle de la cabeza lo de pegarse fuego vivo. Algo era algo.

"¡30 segundos y entramos!"

-Señor Lerdecaño, antes de que hagamos el tonto en directo para cinco millones de personas por cuatro perras, acláreme una duda: ¿su padre también está en esto?

-No, profesor Candegosa. Yo me lo guiso, yo me lo como.

-Ya veo. O sea que su señor padre es realmente así.

-Sí, en el cole era muy gracioso, y me permitía aprobar sin estudiar. Pero ahora he descubierto que a todo esto se le puede sacar rédito económico. ¿Sabe que vamos a sacar camisetas?

-Pero las modas pasan...

-En efecto, por eso hay que sacar la mayor cantidad de pasta lo más rápido posible.

-Y yo intentando enseñarle a usted milongas como "Principio Teóricos de Desarrollo Económico Comparado"...¡Es usted el que debería darnos clase de Economía a todos nosotros!

-Gracias...En fin, ya sabe: ¡Todo por un hijo!