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martes, 24 de julio de 2012

El Cinquillo (5).

"¡Como se acerque usted un metro más, salimos todos ardiendo!"

El profesor Candegosa hizo como que no oía, pero todas la miradas en el aula se dirigieron hacia la ventana y luego a él. Todas menos la de Lerdecaño junior, que seguía escribiendo con los ojos muy pegados al papel y la lengua fuera. Que un alumno escriba mucho durante un examen sólo puede ser muy bueno o muy malo, Candegosa -como cualquier otro profesor- sabía eso más que de sobra.

Le daba pánico acercarse a ver qué estaba poniendo el nene.

"¡Les quedan cinco minutos!"

Más pánico todavía que se acercara el momento de la verdad.

En eso entró el mayor de los Varela, siempre al filo de la noticia.

"¡Menudo hay liada, hasta las teles están! Pero nada, no hay manera: el fulano está empapadito de gasolina y con la cerilla en la mano. Han intentado razonar con él dos tíos de la policía, un catedrático de psicología que pasaba por allí y hasta un salesiano, pero sin éxito", susurró Varela al oído de Candegosa.

Lo que le faltaba.

Y en eso entró el decano acompañado de dos particulares.

-Buenos días, por favor no se levanten -ningún alumno había hecho amago de hacerlo. El decano se había quedado un tanto anclado en otros tiempos-. Profesor Candegosa, le presento a los señores Vival y Díaz, de la productora Viviaz Concepts.

-Tanto gusto.

-Mire, profesor, venimos a proponerle la compra en exclusiva de los derechos de la corrección en directo del examen del alumno Lerdecaño.

-¿Perdón?

-Que, a cambio de 5.000 euros, usted nos permita televisar cómo corrige el examen.

-¿Pero están ustedes locos?

-Sí, coincido con usted, la cantidad que ofrecen estos señores en más que generosa, ¿verdad? He pensado que sean 2.000 para usted y 3.000 para la Facultad. ¿Qué le parece?

-Pero, ¿y el derecho a la intimidad del alumno?

-El alumno está de acuerdo. De hecho, el mismo contactó con nosotros ayer.

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