Buscar en Mundo Jackson

miércoles, 27 de junio de 2012

La Placita (8).

"El puntillero de Las Ventas no lo habría hecho mejor. Si la consulta le va mal, usted se puede ganar la vida en el mundo del toro, amigo".

El inspector Hogal era famoso en el cuerpo por su sentido negro del humor. Algo que da mucho juego cuando se está en investigación de homicidios, y que también acarrea alguna que otra amonestación.

Ahí estaba Gerardo García Bracheta: decúbito prono la alfombra persa perdida de sangre, con la lengua fuera, la mirada perdida y el abrecartas hincado en la nuca.

Vista fríamente la escena, a Hogal no le faltaba su ración de razón: Gerardo García Bracheta, con el traje negro y el exceso de kilos, se daba un cierto aire a un toro.

Desgraciadamente, el doctor Moraleda no estaba para bromas: sollozaba en una esquina de su consulta, sin querer mirar su obra. Encarnando la célebre paradoja del cazador cazado, resultaba más que probable que precisara de apoyo psicológico urgente. Él no era una persona violenta, y mucho menos un asesino, pero en las situaciones de vida o muerte uno se sorprense a sí mismo...

En la otra esquina de aquel improvisado ring, Gerardín contemplaba la escena con la mezcla de sorpresa y desconcierto marca de la casa, como si aquello no fuera con él, como si no comprendiera por qué no podía irse a casa.

-Bueno, de momento se va a venir usted con nosotros para que le tomemos declaración. ¡Y llamad a un asistente social para que haga cargo del chaval y de avisar a la familia!

Mientras se lo llevaban esposado, el doctor Moraleda cruzó su mirada durante un par de segundos con la de Gerardín. Eran unos ojos fríos, carentes de culpa, pero que, al mismo tiempo, transmitían la sensación de que -en el fondo- el chaval era perfectamente consciente de lo que había hecho, y no había sido un movimiento improvisado Y, lo peor de todo, eran unos ojos que le insinuaban un mensaje bien claro: "¡cuidadito con lo que le cuentas a la policía, amigo, que nos la jugamos los dos!"

Con la sangre congelada por el miedo y la repulsión -y ya tiene mérito conseguir eso de un psicólogo clínico- el doctor Moraleda salió por la puerta su consulta.

No hay comentarios: