La Placita (6).

Gerardín García García, hijo de Gerardo García Bracheta, nunca fue niño de muchas palabras, pero ese día se podía haber quedado callado.

Su prueba oral de portugués ante el tribunal oficial -en la práctica, un señor de barba, gafas y mirada, todas serias- fue un desastre de proporciones casi bíblicas. No entendió ninguna de las preguntas, y se limitó a contestar a todas encogiéndose de hombros y balbuceando un: "eu no entiendo na de na", con un acento más propio de un humorista de provincias contando un chiste de gallegos que de un particular natural de Oporto.

A la tercera, el señor tribunal se hartó de la broma, cerró la carpeta de un carpetazo y se fue de la sala, no sin antes espetarle a los Gerardos (padre e hijo): "¡Esto es una tomadura de pelo del todo intolerable, señores míos!"

Gerardín no reaccionó, se limitó a mirar a su verdugo con su habitual cara de no entender nada.

Gerardo padre agachó la cabeza y mantuvo la boca cerrada, algo del todo inusual en él, pero en aquella ocasión no le quedaba otra. El mamón de Fabiao le iba a oir, ¡vaya que si le iba a oír!

Al día siguiente, mientras ejercía su profesión de glóbulo blanco, mandón y cotilla del sistema sanguíneo de la burocracia nacional, Gerardo García Bracheta recibió la visita de su "espía".

-¡Macho, ya me he enterado de lo del examen de portugués de tu hijo! ¡Menudo papelón!

Ese Ministerio era un sitio muy pequeño.

-No me hables...Parece que la cosa se complica.

-¡Y más que se va a complicar, resulta que el Moraleda es mutilado de guerra!

-¿Que es qué?

-¡Mutilado de guerra, 5 puntazos que se lleva por eso!

-Pero si esta plaza es para ciudadanos españoles de 17 a 25 años...¿Cómo coño puede ser "mutilado de guerra"?

-Ni idea, pero la cosa está confirmada.

También se acababa de confirmar que Gerardo García Bracheta iba a hacer una nueva visita al doctor Moraleda, pese a que éste le había recetado lo contrario.

Es que García Bracheta nunca fue mucho de hacerle caso a los médicos...