Buscar en Mundo Jackson

martes, 19 de junio de 2012

La Placita (1).

Gerardo García Bracheta inició con pie enérgico el cruce del paso de cebra, al tiempo que le indicaba a un coche que se detuviera con la mano abierta y el gesto autoritario. No en vano, él está acostumbrado a mandar.

La mano libre tiraba del unigénito vástago de García Bracheta, el pequeño (ya no tanto) Gerardín. Gerardin caminaba a trompicones, como un jugueta barato a punto de romperse en mil pedazos. Esta sensación de fragilidad se veía acrecentada por la excesiva delgadez del muchacho, lo que viene siendo un enclenque de toda la vida. Para rematar el cuadro, Gerardín era un poco cargado de hombros y tenía una cabeza ligeramente más grande de los grecolatinamente deseable.

Gerardín mira a todas partes y da la sensación de no ver nada, como quien vive en un constante estado de desconcierto. La mirada, no obstante, está teñída de algo de desconfianza y bastante oscuridad.

Gerardo García Bracheta traspasó la entrada del portal e intercambió un gesto de saludo cómplice con el portero, pues eran ambos hermanos de la comunidad -casi una sociedad cerrada y secreta- de los que hacen cumplir las normas imponiendo su autoridad. Se detuvo delante del ascensor y pulsó el botón como quien desencadena una guerra nuclear.

"¡Anda, pasa!", le indicó a su niño, que se metió en la cabina con su carencia de garbo habitual.

Quinto piso, consulta del doctor Moraleda.

-Buenas tardes, señorita. Soy el señor García Bracheta, tengo cita con el doctor para mi hijo.

La recepcionista era perfectamente consciente de eso. ¡Para no acordarse!

-Sí, por supuesto. Espere en la sala y en seguida les paso.

-Muy bien. ¡Anda, chaval, tira!

Con su paso firme de costumbre, Gerardo García Bracheta hizo su entrada triunfal en la sala de espera, donde sólo había una señora con una niña mucho más pequeña que el ya no tan pequeño Gerardín.

"Buenas tardes", atronó la voz García Bracheta.

-Doctor, ya está aquí el pesado de Bracheta.

-Ya...Bueno, hágale pasar...Los malos tragos, cuanto antes mejor.

Camilo Moraleda, doctor en psicología clínica, resopló. ¡Lo que había que hacer para ganarse la vida!

No hay comentarios: