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viernes, 2 de marzo de 2012

Historias de un Colegio Imaginario que Jamas Existió: Profesor Fracasando en Gris.

Ismael lo tenía claro del todo: se había precipitado trágicamente cuando se alegró de que le encasquetaran algunas clases de Dibujo Artístico (optativa obligatoria para todos aquellos alumnos rebotados que huían del Francés).

A la inmensa mayoría le importaban dos pepinos la composición, los ejes, las escalas cromáticas o la combinación de colores. Con aprobar, tenían más que de sobra. Eso es fracaso de un sistema educativo en estado puro.

Y es muy duro cuando la pasión de tu vida, cuando el número al que te has jugado la felicidad, es ignorado -la peor forma de desprecio- por los demás.

En fin, si querían un aprobado, un aprobado tendrían. ¿Para qué complicarse la vida? Tú entrega las láminas y ya está.

Y luego estaba Roldenilla.

A Roldenilla le chiflan el dibujo y la pintura. De hecho, tiene pensado ganarse la vida -muy bien- gracias a ellos en el futuro.

Obviamente, Roldenilla está completamente convencido de que es un genio del arte y, como tal, no precisa que nadie le dé lecciones, y mucho menos un profesorucho fracasado. Él es un elegido, y las obras maestras brotarán de sus manos sin esfuerzo, con insultante naturalidad.

Por supuesto, el divino Roldenilla no se molesta en ejecutar las trabajitos absurdos que manda el pringado de "El Isma". Está demasiado ocupado con sus propia producción magistral. Sólo se digna a hacer las tareas -deprisa y corriendo- cuando su padre lo amenaza si suspende.

Mas, por muy deprisa que estén hechas, por poco interés que haya, los trabajos de Roldenilla son bastante mediocres, como saltó rápidamente a la vista de Ismael (y recuerde que los profesores son los jueces más imparciales del mundo).

Al principio, Ismael intentó aconsejar a Roldenilla, darle pautas para hacer de sus porquerías una lámina escolar aceptable, y, de paso, abrirle los ojos y hacerle ver que vivir del Arte no es lo más sencillo del mundo.

Para ya ha desistido en su empeño de hacer entrar en razón al chaval. No tiene ni tiempo ni ganas de tragarse más contestaciones bruscas ni miradas de asco. Le pone un cinco, como a todos, y ya está.

Sabe que está mal, que debería seguir intentándolo, pero él no es un héroe, sino -tan sólo- otro padre de familia obligado a llevar un sueldo a casa.

¡Ya le enseñará la lección la Vida, la mejor profesora del mundo, pero también la menos comprensiva, la que no admite "revisión de examen"!

Aunque no lo quiera admitir, Ismael se ve bastante reflejado en Roldenilla. Y eso es lo más doloroso de todo: ver cómo un crío ilusionado se va a estrellar contra el mismo muro de frustración e infelicidad contra el que tú estampaste tus propios sueños...y no saber cómo evitarlo.

Eso, y no que no aprendan una sarta de reglas gramaticales o los nombres de un puñado de ríos, es el verdadero fracaso de un profesor.

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