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jueves, 15 de marzo de 2012

El Camarero y el Semáforo.

Plantado junto al semáforo, el Señor con Cierta Prisa miró nervioso su reloj.

-Todavía queda casi medio minuto...

El Señor con Cierta Prisa giró la vista a su derecha: el autor de la frase era un Camarero de los de antes: con chaqueta blanca e impoluta, y bandeja metálica bajo el brazo.

-...aunque la duración total del semáforo en rojo para peatones a día de hoy es de 1 minuto y 39 segundos exactos... -prosiguió el Camarero.

El Señor con Cierta Prisa se limitó a sonreír tímidamente y asentir.

-...En cambio, el tiempo de permanencia en verde para peatones es de 43 segundos. Resulta más que suficiente para cruzar, aunque no le oculto que me indigna este agravio comparativo entre vehículos motorizados y viandantes. 

El Señor con Cierta Prisa sonrió con todavía más timidez, aunque esta vez asintió con algo más de fuerza. Entonces, como una bendición del cielo, el semáforo se abrió y pudo empreder la huída paso de cebra a través. A su lado, el Camarero también cruzaba con zancadas firmes y enérgicas.

La culpa la tuvo el propietario del bar-cervecería "La Amistad" y su iniciativa empresarial, traducida en instalar cuatro mesitas a modo de terraza en el parque del otro lado de la calle. En virtud de esta ampliación de negocio, el Camarero del bar-cervercería se veia forzado a cruzar una y otra vez el dichoso semáforo en cumplimiento del deber.

Al principio, le pareció todo un incordio, pero, pasados ya unos meses, el hipnótico movimiento pendular del cruzar y descruzar le había robado un poco la razón -al más puro estilo Don Quijote- y ahora el Semáforo era para él un ser vivo, un compañero más de trabajo, o mejor, una mezcla de amigo fiel y tiránico jefe. Lo conocía bien, medía sus tiempos con el latido de su propio corazón, y, por puro instinto de supervivencia animal, era capaz de adivinar cuánto quedaba para que cambiara de color.

Y, lo más curioso del todo: nunca, nunca jamás cruzaba en rojo, aunque no se adivinara un solo coche en todo la carretera. Hacerlo le habría sabido a traicionar a un amigo (o a un enemigo).


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