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miércoles, 29 de febrero de 2012

¿La Eficacia? No, lo Siento, No se Puede Poner...Está Reunida.

Lo que más me preocupa de participar en ciertas reuniones es que salgo (casi) convencido de que el mejor sistema de gobierno es la dictadura.

Me explico: en una reunión, o alguien ejerce un mando firme, decidido y borde (léase, modera en condiciones) o la hemos fastidiado.

Porque, en teoría, uno se reúne para discutir sobre problemas y adoptar soluciones conjuntas. Eso, sobre el papel. En la práctica, la mayoría de reuniones constan de:

-Tres personas que opinan sobre absolutamente todo. Aunque estén a favor, aunque no aporten nada nuevo, ellos nos regalan su docto punto de vista o su experiencia personal. Se trata, sin duda, de unos de los reversos tenebrosos de la Libertad de Expresión. Y como se piquen entre ellos a ver quién raja más (que lo harán) está usted perdido.

-Diversos momentos de "terapia de grupo", en los que alguien expone un problema que es común, todo el mundo asiente a voces y se termina con aquello de: "¡pues esto es intolerable, hay que tomar medidas ya!" El personal se queda más relajado, pero -al final- no se toma medida práctica alguna.

-Multitud de "rupturas asamblearias" (por lo general, cuando aparece un tema realmente interesante): como todo el mundo quiere hablar, y la palabra por turno está tan cara, le soltamos nuestro rollo al que tenemos al lado. Resultado: diez o doce pequeña conversaciones y nadie se entera de nada.

Y la única solución, la única escapatoria a tanto desastre reunido, es que llegue el moderador y sea capaz de zanjar un tema cuando ya está maduro, y lo haga como se hacen estas cosas: llegando a acuerdos, y estableciendo tareas con que cumplirlos y responsables para llevarlas a cabo.

Por desgracia, no es fácil moderar bien, porque nadie queire ser el malo-borde de la película.

Aunque, por otra parte, tengo la firme convicción de que nos reunimos demasiado, que -a veces- nos reunimos por reunirnos, por sentirnos importantes y sofisticados, quizas por ese complejo traumático que nos hace creer que la gente "importante de verdad" está siempre reunida.

Mentira, está siempre durmiendo en su despacho.

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