-Esto en rídículo.
-Venga hombre, dales un minuto más.
José Luis Trestuestes y su tocayo Manzano aguardan discretos tras la esquina a que Fernandito Cleofil y su amadísima Laurita terminen su tradicional rienda suelta de pasiones de al salir de clase. Y aguardan porque el improvisado testigo y apoyo de la ceremonia de la pasión adolescente es el coche de Manzano, estacionado a pocos metros de la puerta del colegio. Trestuestes, que en el fondo es un romántico, ha convencido a su colega para que no rompa la improvisada magia del amor. Bueno, un romántico y que Cleofil siempre le ha caído de bien por encima de la media.
-¿Es que no hay otro coche en toda la calle?
-Eso te pasa por comprarte uno grande, reconoce que es el mejor capó de toda la acera.
-¡Tú encima dales la razón!
-No, si a mi también me parece del todo intolerable.
-¡Además, que saben perfectamente que es mi coche! ¡Lo que son es un unos morbosos, seguro que lo han elegido adrede!
-Que no, que te digo yo que no. ¡No seas paranoico!
-¡Pero mírales!
-No, no lo voy a hacer. Si les miro, el morboso soy yo.
-¡Qué maldita habilidad para tergiversar todo lo que digo!
-Gracias, son muchos años de práctica.
-¡Esto sigue siendo ridículo! ¿Es que no van a parar nunca? ¿Es que no tienen deberes? ¿Es que no tienen nada que hacer?
-Anda, vamos, que te invito a un café.
No hay comentarios:
Publicar un comentario