El capitán Zhuby-ang, de la Centinelería Inter-Galáctica Confederada, emitió lo que equivaldría en su especia a un suspiro. Todos el mundo había sido novato, incluido él, pero cada vez les venían más tontos de la academia.
-¿El qué, brigada?
-Como un destello...A las 5.
Zhuby-ang volvió a suspirar (más o menos). Él también lo había visto, pero sin verlo -de puro rutinario-.
-Es un planeta que ha explotado. Se supone que le enseñaron ese tipo de cosas en la asignatura de Cartografía y Navegación Sideral.
-Si, pero...así, visto en vivo, como que es muy diferente.
Zhuby-ang recordaba la primera vez que vio a un planeta reventar en mil pedazos, y era igual que en las imágenes que les proyectaron en la academia. Lo dicho, cada vez más bobos.
-¿Por qué habrá sido, señor?
-¡Y yo qué sé! Esas cosas pasan, son rutina...En cada salida de patrulla de nuestro cuerpo se recorren un par de cientos de galaxias, por pura estadística siempre toca ver cómo un planeta se muere de sopetón.
-Pero toda la gente que vivía allí...
-Si no pertenecía a la Confederación Inter-Galáctica, no es asunto nuestro.
-Ya, claro...¿Le importa que mire el nombre, señor?
-Sabe usar el ORCE, ¿no? Pues usted mismo.
-Sí...La Tierra, así lo llamaban sus habitantes: La Tierra. Pertenecía al sistema asociado a la Estrella 124B.
-Pues mira qué bien- dijo el capitán Zhuby-ang, al tiempo que, al modo de su especie, emitía un largo y profundo bostezo.
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