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lunes, 2 de enero de 2012

¿Por Qué No Aprenden de los Shaolin?

Tengo la impresión de que el clero católico gozaría de mucha más popularidad si, como hicieron los monjes budistas del templo Shaolin, hubieran desarollado algún tipo de arte marcial.

De entrada, el monasterio (o monasterios) donde nació, creció y vive dicha disciplina seguro que sería lugar de peregrinación de miles y miles de apasionados de las artes marciales, lo cual siempre es muy práctico para la labor pastoral y de predicación.

El sitio se podría llamar, por ejemplo, San Caspio de Bercinuño, y estar situado en lo más frío y nevado de la ancha Castilla. Allí, los monjes caspianos compaginan el rezo con salir a correr por la nieve en paños menores a las 5 de la mañana. El paseo lo rematan cortando leña para el fuego, por supuesto usando sus manos desnudas como único hacha.

Los secretos de sus particular arte marcial caspiana, sin duda recia y dura como buena hija de Castilla, son atesorados por los monjes y está prohibido compartirlos con cualquier persona externa a la orden. O sea, que si alguien está pensando en salirse y montar un gimnasio de barrio, mejor que se olvide (siempre conviene llevarse bien con la gente que corta troncos con las manos).

No obstante, los caspianos realizan exhibiciones públicas de sus conocimientos, por lo general coincidiendo con la fiestas patronales de Bercinuño o con motivo de la visita de algún personaje ilustre. En ellas, el fornido hermano Rogelio derriba de un cabezazo seco la puerta blindada de una sucursal bancaria, y el venerable hermano Castrolabio -a sus más de 90 años- manda a la habitación del sueño a un toro de certero golpe en el cuello.

Pero, sin duda, lo mejor de todo esto sería que nadie osaría meterse con alguien por la calle simplemente porque va vestido con un hábito (por si las moscas).

Y, ya ve, esta entrada, que nació con aspecto de ir burlarse de los monjes católicos, muere criticando a los que les insultan, y reclamando el santo derecho de todo ser humano a transitar por la vía pública vistiendo como le dé la real gana.

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