Buscar en Mundo Jackson

lunes, 16 de enero de 2012

La Nota.

Al Novelista le retiraron el capuchón. La repentina luz le cerró los párpados de una bofetada. Se protegió la vista con la mano, y poco a poco, fue recuperando la visión y el enfoque. Frente a él, había un señor sentado tras una inmensa mesa de despacho.

La cara de ese tío le sonaba...¡Jo, pero si era el tipo ese de los bancos, el que estaba tan podrido de pasta! Seguía sin saber a cuento de qué venía todo aquello, pero acababa de descartar que el secuestro hubiera sido por dinero.

-Buenas noches, señor Carizbeta. Ya sé que todo esto ha sido un poco novelesco, pero supongo que no le habrá importado, siendo usted como es novelista.

-Pues mire, para serle sincero, no tengo mucha costumbre de que me secuestren.

-¡Ya me figuro!

-En fin, pues, usted dirá. Comprenderá que esté un poco ansioso por saber qué pretende de mí.

-Sí, claro, perdone...¿Le puedo ofrecer una copa?

-No, prefiero que me ofrezca una explicación, si no le importa.

-Pues mire, le resumo: resulta que hasta a los grandes ganadores como yo nos toca perder alguna vez, y me temo que ésta es la definitiva. ¡Pero no le pienso dar esa satisfacción a la enfermedad., no ve a echar de este mundo, me voy yo dónde, cuándo y cómo quiero!

El Novelista se percató entonces de que había una pistola sobre la mesa.

-Entiendo, pero lo que se escapa es qué pinto yo en todo este suicidio suyo.

-Pinta y mucho. Un hombre como yo no se puede ir de cualquier modo, he de hacerlo con clase, he de dejar una nota que sea genial, histórica, algo a la altura de mi vida, pero resulta que a mí lo de las letras...Numeros y finanzas, lo que quiera, pero escribir...Sinceramente, no estaría a la altura. Usted, en cambio, es el mejor novelista con vida en lengua castellana, nadie mejor para redactar la carta de despedida que preciso.

-Comprendo. En otras palabras, que unos matones se asaltan a la salida de mi domicilio, me atan, me amordazan y me encapuchan, y me traen ante usted para que le escriba una nota de suicidio.

-Le reitero mis disculpas por el procedimiento, pero, como usted comprenderá, esta asunto tiene que llevarse con la máxima discrección...Abra esa maleta, es mi agradecimiento por su texto y su silencio.

Era un montón muy importante de pasta. Posiblemente, tendría que escribir un libro mensual el resto de su vida para poder igualar esa cifra que ahora le ofrecían a cambio de una líneas.

-La oferta es muy tentadora...Pero, mire, yo no tengo la más mínima experiencia escribiendo notas de suicidio, y, además, ese tipo de cosas son muy personales, no se pueden delegar...Un poco como rascarse el culo por la mañana.

-¡Pero usted es un genio, ponga un poco de esa genialidad a mi servicio!

-Bueno, si es lo que quiere. Después de todo, "poderoso caballero es Don Dinero".

-¡Qué buena! ¿Es suya la frase?

-No, es de Quevedo.

-¿Amigo suyo?

-Sólo conocido...Más bien admirado....En fin, ¿dónde hay un cacho de papel y algo que escriba?

*          *         *

Dos días después, el Novelista desayunaba plácidamente con su señora. Más plácidamente que de costumbre, algo que ahora se podría permitir a diario.

-¡Te veo muy relajado, escritor!

-¡Hay que disfrutar de la vida!

-¡Eso cuéntaselo a los de la editorial!

-¡A los de la editorial los voy a mandar a la mierda en papel y en digital! Y usted y yo nos vamos a ir a la playa a hacer cochinadas subacuáticas a la cálida luz del atardecer.

-¿Qué dices?

-Cosas...En fin, ¿trae la prensa algo interesante?

-Lo del suicidio de Bombery, el de los bancos. ¿Has visto la nota que dejó? ¡Menuda caca cursi y pretenciosa! Normal, a esa gentuza la obsesión por el poder y el dinero no les deja tiempo para aprender a redactar.

-Pues a mi no me parece que esté tan mal...

No hay comentarios: