Isidoro le lanzó una sorpresa de indignación a su compañero de fatigas. Jamás se iba a acostumbrar a esa manía suya.
-¡Pero si tú no tienes ni el cacharro de esos más sencillo, "chalao", y nunca lo vas a tener!
Germán, ajeno a la bronca de su camarada, siguió contemplando el flamante aparato, con su índice apoyado en el cristal del escaparate.
-¡Dicen que han solucionado los problemas de conectividad del modelo anterior!
Isidoro ni se molestó en contestar, tan sólo maldijo a los periódicos gratuitos, por permitir a tipos como Germán mantenerse informados de lo último en tecnología.
Pero la fascinación de Germán no se reducía al mundo de la electrónica. Ropa, viajes, juguetes...Era todo un consumista pasivo.
Germán afirma que todos esos productos le hacen feliz, aunque nunca los tiene ni los tendrá. Es como si el poder la imaginación le permitiera romper el cristal del escaparate.
Germán es un soñador, un sujeto que vive de los comedores populares y la ilusión.
Isidoro en cambio, no es más que un alcohólico más.
Soñar en demasía y ser un borracho, los dos caminos más rápidos para acabar viviendo en la calle sin un duro.
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