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domingo, 29 de agosto de 2010

Los Casos de Woodchat Shrike: Un Honrado Amigo (15).

"Usted sabrá disculpar mi evidente exceso de teatralidad con aquel montaje, pero presentía que era necesario para que Jenkins lo admitiera todo. En el fondo, fue un gran farol, porque yo jamás hubiera sido capaz de ahorcarle. Bastante poca gracia me hacen las que llevan la firma de un juez, como para ponerme a hacerlas por iniciativa propia. Además, aquello habría sido toda una chapuza carnicera. Yo sólo sé hacerlo con trampilla, y no tirando de una soga que cuelga de una rama.

Le quité la mordaza y, como era de esperar en una persona de ese tipo, me ofreció dinero. Le repliqué que se lo metiera el agujero de costumbre, y saqué de mi bolsa los cuadernos de Horace Adria.

'Vamos a hacer una cosa: usted se va a encargar de que esto se publique, bien editadito, ¿prometido? Y ahora, vamos a ocuparnos de las cenizas de su amigo, y después le llevamos de vuelta a Londres, y damos por zanjado el asunto, ¿de acuerdo?.

El asintió, sombrío y aliviado.

Le retiré las ataduras y la soga, y le di una voz a Peabody para que viniera. Oportunamente, se había ido a buscar setas, según yo le había indicado.

'Por cierto, siento mucho lo de su prometida. Pero, ya ve, Adria murió y ella no ha vuelto, ni su agónico dolor se ha ido'

'Ya...La quería de verdad, mucho, ¿sabe?...Jamás encontraré a ninguna como ella...No, yo ya me quedo soltero'

Entonces recordé que no hay verdugos, sino víctimas que matan".

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