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lunes, 23 de agosto de 2010

Los Casos de Woodchat Shrike: Un Honrado Amigo (9).

No es complicado que un jubilado te dedique un rato de su tiempo, puesto que éste siempre es libre. Y es especialmente sencillo si estás dispuesto a escuchar mientras lo llena charlando. Un carné de periodista de la BBC “prestado” terminó de concertarme la entrevista.

Adria y Jenkins habían sido alumnos suyos en lo que él calificó como un “triple último curso”: el último en que él impartió docencia, el último de los dos jóvenes en la universidad y el último antes de que Alemania invadiera Polonia.

¿Y a Bright, de qué lo conocía? Me replicó negando con la cabeza. 'Leí un poema suyo por primera vez un lunes y antes de terminar la semana ya había conseguido que me lo presentaran, siendo el primero de frecuentes y amistosos encuentros. Bright era bueno, y habría llegado a ser muy bueno, pero el doctor Adria no podía soportar que escribiera un millón de veces mejor que él. ¡Perra envida! ¿Usted cree que lo mató por la cátedra? ¿En Kingsharper? ¡En Oxford o Cambridge, sin duda, pero por esa universidad de mala muerte en Cornualles! El doctor no valía un pimiento como escritor, pero nadie sabía tanto de Poesía como él, si Bright le hubiese quitado la plaza de Kingsharper, habría ganado una en cualquier otro sitio sin mayor dificultad'.

Le pedí detalles de la tarde de autos. 'El doctor Adria sabía de mi estrecha relación con Bright, y me telefoneó para que le invitara en su nombre a tomar el té en la habitación alquilada donde se alojaba. Me dijo que era una especie de gesto de 'que gane el mejor'. Llegamos, charlamos, incluso reímos, todo muy amigable y civilizado, hasta que el doctor Adria preparó el té -dulce en exceso para mi paladar-, Bright bebió, empezó a hacer muecas extrañas y cayó redondo. Lo mejor del asunto es que el doctor Adria parecía tan sorprendido e impresionado como yo mismo'

Llamativo, sin duda.

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