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viernes, 25 de diciembre de 2009

Navidad de Toda la Vida.

¿Qué quiere que le cuente de las Navidades que usted ya no sepa?

Usted de sobra sabe (que no "de sobrasada") que por tal nombre se conoce a toda una ristra de celebraciones más o menos formales, aunque todas respaldadas por el poderoso sello de la "tradición".

Encendido de iluminación en vías públicas, decoración de centros comerciales con Cortilandia y su tumulto a la cabeza, puestos típicos de venta de figuritas y artículos de broma, gente paseando con pelucas absurdas por el centro de la ciudad (consecuencia directa de lo anterior), particulares y minoristas vendiendo lotería al por mayor, festivales infantiles, "Last-Christmas-I-gave-you-my-heart", sorteo y decepción, cena de empresa, Nochebuena, bronca con el gilipolllas de mi cuñado, Papa Noel para los niños, Navidad, disculpa telefónica con mi cuñado entre lágrimas, Santos Inocentes, buscar las bragas rojas, Nochevieja, ¡cuidado, que son los cuartos!, buenos propósitos, churros, Año Nuevo, el único concierto de música clásica que vemos en todo el año, los nenes ya se han hartado de los regalos de Papa Noel, a ver si me pongo con eso del trabajo que tenía que hacer, prisas en el Corte Inglés, ¿Agotado? ¡No me joda!, insomnio infantil, Reyes Magos (no te pueden traer todo), visita a los titos, cajas por las calles, pereza y decepción porque, un año más, no nos ha cundido nada.

Aunque también, para desesperación de mi lado más nostálgico, elementos entrañables de mi infancia como el aguinaldo ("Feliz Navidad les desea el basurero" o el infantil, cuando uno torturaba a los vecinos y luego ponía la pandereta) se han perdido en la noche de las modernidades.

En fin, esa época llena de cosas insignificantes plenas de significado.

También tiene que ver algo con una religión, tengo entendido.

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