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lunes, 28 de diciembre de 2009

El Antiguo Testamento según las Escuelas de Negocios (Parte 2).

La situación era insostenible: vicio, violencia y bajos índices de productividad. Dios se dio cuenta de todo aquello y decidió hacer un Expediente de Regulación de Seres Vivos.

Dios buscó a algún hombre justo y piadoso que mereciera la pena salvar y Noé daba el perfil. Contactó con él y le informó de que iba a barrer toda la superficie terrestre de un plumazo acuático, con lo que Noé estaba a punto de convertirse en el primer gran armador de todos los tiempos.

Noé construyó un yate y en él metió a su familia y a un montón de animales (por parejas). Cayó agua a océanos durante días y días, y sólo Noé y su zoológica tripulación se salvaron del ahogamiento masivo.

Pero los humanos no aprendieron nada del Diluvio, y no tardaron en volver por la tortuosa (pero amena) senda del vicio. Sodoma y Gomorra eran como Las Vegas (de su buena época) con la única diferencia que los hoteles no tenían aire acondicionado y no había whisky de importación. Dios volvió a hartarse de los dichosos hombres.

Las dos ciudades estaban gobernados por Bera y Birsa (dos reyes con nombre de empresa), y en Sodoma vivía Lot (hijo de Abraham), a quien Dios decidió salvar. Así que Lot y su familia fueron rescatados por ángeles y, poco después, descendió una lluvia de fuego y azufre sobre el complejo vicioso-turístico (dado que parecía que el agua no había sido lo bastante convincente).

Pasaron los siglos (como si tal cosa) y nació José (no confundir con José), hijo de Jacob y un tipo con talento natural. Debido a sus bondades, sus hermanos le tenían envidia crónica. Es por esto que lo vendieron a unos egipcios a cambio de una cantidad no determinada abonada en "B" (y le contaron a su padre que se lo había zampado una fiera).

Pero como todos los hombres emprendedores y con talento siempre salen a flote (menos cuando hay un Diluvio Universal), José -partiendo de un puesto de base como esclavo- ascendió y llegó a ser asesor personal del Faraón, que valoraba muy especialmente su facultad de interpretar los sueños. "Soñé que me encontraba a orillas del Nilo y salían del agua siete vacas gordas, pero luego salían siete vacas flacas", le dijo un día.

Es, de todo el Antiguo Testamento, el momento más relevante para cualquier empresario, economista o financiero. Había nacido nuestro metafórico cliché favorito y José tuvo el honor de ser el primer ser humano en predecir y analizar un ciclo económico (aunque con sus palabras). Es por eso que, sin duda, José fue el padre de las Ciencias Económicas.

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