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viernes, 6 de marzo de 2009

¿Se quiere usted inquietar de verdad, de verdad? (Una idea que no dejará de torturarle...)

Quizás ya ha oído usted hablar del tema. Se le conoce como "El Experimento Milgram" (en honor a su creador, el psicólogo Stanley Milgram).

En esencia, se trata de hacer que un voluntario (que cree estar colaborando en una investigación sobre aprendizaje y castigo) se siente en una sala frente a unos controles, al tiempo que en otra habitación le están haciendo preguntas a un particular (que es un actor compinchado con Milgram). Por cada respuesta incorrecta, al voluntario en cuestión se le manda administrar una descarga eléctrica. Al instante, intensos gemidos de dolor llegan desde la habitación. Obviamente, son falsos, pero le recuerdo que se trata de un actor...

Al escuchar los gritos, la mayoría de los voluntarios dudaban sobre si continuar o no, pero, cuando una voz autoritaria les indicaba que siguieran y que estaban exentos de toda responsabilidad, el 65% de los participantes siguió "dando latigazos" hasta llegar al tope de los 450 voltios.

¿Inquietante? Más resulta que ninguno de los voluntarios que se negó a seguir con las descargas exigiera que la experiencia cesara en su totalidad o se interesara por el estado de la persona que había estado martirizando por lo eléctrico. Sí, muy Poncio Pilatos.

Conclusión: mucha gente es capaz de administrar dolor al prójimo si alguien se lo ordena con el suficiente grado de autoridad o/y se le libera de cualquier consecuencia negativa para ellos.

En fin, que ya le advertí que le iba a dejar mal cuerpo, así que ahora no se me queje...

Esquema del experimento.

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