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jueves, 5 de marzo de 2009

Viriato, no te resistas, macho.

¿Cuánta honrados ciudadanos hay en la actualidad que se ganan la vida gracias a los sangrientos invasores de antaño?

Porque, las cosas como son, si sus antepasados resistieron feroces la acometida del acero enemigo, ahora usted no tiene ni un misero circo romano o alcázar árabe que llevarse a la cartera del turista.

Así pues, si invaden, pues que invadan. Pero, eso sí, asegúrese que le edifican lo más posible (y, de paso, que le dejen gastronomía, que eso también interesa mucho para el tema del visitante).

Y si a esas hordas le da por esclavizar, "derecharse" de pernada o barrabasadas (simpática palabra ésta, y que se está perdiendo, por cierto) similares, aguante, que, amigo autóctono perdido, su sangre de hoy es el pan de sus descendientes lejanos.

Circo Romano de Mérida (¿esa caca es el circo?). Sí, un perfecto ejemplo de explotación "rígidofacial" de ruina en ruinas. Vamos, que aquí no corrió Ben-Hur ni cuando estaba en alevines.

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