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miércoles, 10 de diciembre de 2008

Dejándonos de Historias y yendo por Derecho (60 años vacíos).

60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, hoy. Mientras los pedantes de la pluma fácil, la cartera llena y el alma hueca se apresuran a gastar tinta con encendidos alegatos que nada van a quemar y/o estrofas de rima consonante y contenido estéril, yo me limitaré a hacer dos reflexiones:

-Los Derechos Humanos han de ser una causa común de todos, todas, todes, todis y todus. Lamentablemente, el ser humano es ser egoísta (yo el primero). Ante todo, nos preocupa NUESTRA hipoteca y NUESTRO empleo. Como me dijo en cierta ocasión un tipo en Getafe (Madrid), cuando le hable de la necesidad de regular el comercio de armas: "O sea, que para que no maten a unos negros en África, hay que cerrar fábricas y se tienen que quedar en paro españoles". No encuentro mejor ejemplo. Mientras eso no cambie, los (nuestros) gobernantes jamás se van a molestar en propiciar costosos cambios en remotos países que, a fin de cuentas, no les van a reportar más que un puñado de votos.

-Las violaciones de los Derechos Humanos seguirán siendo una constante mientras el olvido y la impunidad, instrumento ambos de bastardos intereses, sigan existiendo. El niño de los años 80 que fui, y que recuerda el escalofrío que le produjo enterarse por el telediario de que un avión con más de 200 personas había estallado sobre Escocia, contempla ahora perplejo las sonrisas con que mis políticos de diestra y de siniestra reciben al autor intelectual (y declarado) de aquella masacre (un tal Gaddafi). Debió ser por la impresión que pensé un disparate: ¿qué pasaría si encontraran la mayor reserva petrolífera mundial a 3 kilómetros de Getxo, Lasarte o el mismo Bilbao? Igual nos tocaría ver más abrazos del todo impensables. (Tonterías, ya digo).

Y esto es lo que hay. Me temo que se cumplirán 70, 80...100 años, y nos seguiremos agarrando a pequeños logros como justificación de que la lucha está siendo fructífera y merece la pena continuar en ella. Pero, a fin de cuentas, 60 años de Derechos Humanos y los críos se nos siguen muriendo de hambre, de malaria o de bala.

¡Que puta poca vergüenza tenemos, señores!

Imagen de la lápida en memoria de las 270 víctimas mortales del atentando de Lockerbie (Escocia) hace 20 años. Símbolo de la barbarie más absurda y de lo fácil que se seca la sangre y llega el olvido.

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