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jueves, 27 de noviembre de 2008

30 Historias para 30 Derechos: Artículo 18.

"Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia".

¡Por tonto, le habían capturado por tonto! ¿A quién se le ocurre llevar la identificación militar encima? ¡Menuda caca de espía estaba hecho!

***

-Padre Webb, usted habla español, ¿no?

-Sí, hijo. Estar destinado en Gibraltar varios años trae este tipo de consecuencias.

-Estupendo. Es que, mire, los muchachos del comando Delta-2 han asaltado un barco pesquero argentino que se acercaba a nuestra flota y han pillado a un tío que con documentación militar abordo. Era por si nos podía echar una mano con el interrogatorio.

-¿Entramos en guerra con Argentina y la única persona en todo el buque insignia que habla español es un cura católico de 56 años?

-Sí, a mí también me encanta la Marina Real.

***

Conocía a la perfección el destino que aguardaba a los espías. Aunque, al menos, esperaba que le hicieran un juicio. O quizás no, pero tampoco podía quejarse. La guerra es la guerra. Sí, seguramente lo fusilarían allí mismo. En cubierta, en presencia de toda la marinería.

***

-Lo tenemos encerrado en el calabozo. La verdad es que parecía bastante alterado, aunque intentara disimularlo, con poco éxito.

-No me extraña. Verse de repente en un helicóptero, rodeado de esos energúmenos del Delta-2, dando voces en un idioma desconocido.

***

Había sido un católico practicante que había practicado bastante poco. Bien cierto era que participaba en todo tipo de ceremonias religiosas, pero de modo mecánico y más llevado por la presión social que por las propias convicciones. "Amaos los unos a los otros como yo os he amado", eso...eso se temía que lo había cumplido más bien poco. Todos sus pecados, los que había cometido obedeciendo órdenes y los por propia iniciativa, se le iban pasando por la mente, como una imitación barata de las pelis esas de sexo y violencia.

***

-Oye, supongo que ese tipo tendrá hambre. ¿Por qué no pasamos por la cantina y que le preparen unos huevos fritos y una salchicha? Uno desembucha mejor con la tripa llena.

-Me parece bien, padre. Pero que no se entere la prensa. La tortura no es una práctica aceptable dentro de la Marina de su Majestad.

-Debes ir empezando a pensar en buscar chistes nuevos, Jenkins.

***

Se abrió la puerta de la celda y, sonriente, apareció un cura con una bandeja en las manos. Ya estaba. El capellán le venía a ofrecer su última comida y un poco de consuelo espiritual. Se postró de rodillas ante los pies del sacerdote y comenzó a buscar alivió antes de encarar al pelotón de fusilamiento.

***

-¿Qué tal el Argentino? ¿Confesó?

-Sí, Jenkins. ¡Vaya si confesó!

-Curioso, hace un rato pasé a verle y parecía estar encantado de la vida.

-Es lo que tiene volver a nacer, en muchos aspectos.

-Hay veces que habla usted como en jeroglífico, padre.

-No te preocupes, yo me entiendo.

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