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martes, 25 de noviembre de 2008

30 Historias para 30 Derechos: Artículo 16.

"1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.

2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.

3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado".

El enclenque caballero del bigotito tocó levemente con su carpeta en la ventanilla del chiscón. Su morador, el pinturero empleado de finca urbana, levantó la vista remolón de las páginas del ABC.

-¿Qué desea?

-Hola, venía buscando a don Artemio Sánchez, soy de la notaría.

-Ha, sí. Le está esperando. 5º Izquierda. Es por lo del divorcio, ¿no?

-Comprenderá que no me está permitido revelar información relativa a nuestros clientes.

-Ya, ya...claro. En fin, dígale de mi parte que buena suerte y, que no le pase como a mí, que la tipa esa me está desplumando vivo.

El aacensor era estrecho y ascendía lento. Una señora cuarentaytantera de carnes generosas y móvil en mano arrinconaba al enclenque caballero del bigotito.

-Vale, vale...las mates y el inglés...es que este Andresín mío no vale para los idiomas...sí...Oye, a recoger las notas, ¿hace que falta vaya el padre del niño o se las puedes dar a mi otro ex, que va a por las de su hija?

El enclenque caballero del bigotito tocó el timbre con el mimo acostumbrado y puso su mejor cara de esperar a que le abrieran. De sopetón, un batallón de guerreros asfálticos de azul desembarcó en el descansillo y tiró abajo la puerta anexa. Perplejo, el enclenque caballero del bigotito se asomó discreto y fue testigo de la detención, de lo más cinematográfica, de un tipo en camiseta interior de esas por la que asoman un montón de pelos. Al fondo, una mujer se abrazaba a otra. "Ya pasó, hija, ya nunca más te hará daño ese malnacido".

Solucionada la gestión, el enclenque caballero del bigotito volvió a la entrada del edificio. Allí, vencido por la curiosidad, le preguntó al pinturero empleado de finca urbana:

-Oiga, ¿pero es que en todo el bloque no hay ningún matrimonio normal, de esos que nacieron y morirán el uno para el otro, que se aman con cordura y se respetan con locura?

-Sí, claro. Los gays del 4º Izquierda.

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