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domingo, 23 de noviembre de 2008

30 Historias para 30 Derechos: Artículo 14.

"1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país.

2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas".

¿Por qué había personas que se presentaban en la ventanilla un minuto antes de cerrar un viernes? En fin, dura vida la de la funcionaria.

-Buenos tardes.

-¡Yo diría noches, caballero, porque, vaya horas!

-Disculpe, es que uno de los jugadores no encontraba el pasaporte.

-Ha, es usted el del mano-pelota.

-Balonmano.

-Lo mismo me da. A mí el deporte no me interesa. Venga, la lista y las documentaciones, que me quiero ir de fin de semana.

Según el protocolo vigente, debía tomar la relación de jugadores convocados -firmada por el entrenador del equipo y con sello de la federación- y asegurarse de que todos los pasaportes coincidían; después, comprobar en el ordenador que ninguno tenía prohibido salir del país; y, por último, sellar los visados. Todo un engorro, y más ese día y a esa hora.

Revisó los cinco primeros, pero, al sexto, se hartó y comenzó a estampar de modo indiscriminado. A fin de cuentas, no eran más que deportistas, demasiado ocupados con correr y sudar como para meterse en líos de política.

El osado plan salió bien por los pelos, pues el margen de "nombres limpios" que habían previsto era de seis. A partir del séptimo, y hasta completar todo el equipo de jugadores, técnicos y demás personal, se encontraban algunas de las voces disidentes más importantes del país y sus familiares cercanos. Al día siguiente, tomaron un regular y discreto vuelo. Por suerte, la nula popularidad del balonmano les garantizó un bendito anonimato.

Al llegar a su destino, la expedición en pleno solicitó y recibió un más que justificado asilo político. Para celebrar su flamante futuro en libertad, disputaron el encuentro que, después de todo, habían ido a jugar. Perdieron 93-0, con una sonrisa de oreja a oreja.

De todo aquello, un sanguinario dictador aprendió una gran lección: la próxima vez que contrates a un entrenador extranjero, no te limites a analizar su currículum deportivo, y asegúrate de que no tiene un largo historial de activismo en derechos humanos.

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