¿Cómo hacerlo? Lo mejor sería no andarse por las ramas, ser directo, pero no tanto como para evitar que ese tipo fuera consciente de que iba a morir.
-¿Qué haces?
El primer golpe del bate de béisbol -por la espalda, a traición- fue directo a la rodilla. Eso lo tiraría al suelo y lo dejaría aturdido por el dolor. Luego, le trabaría un poco el estómago, para ir subiendo poco a poco hasta reventarle la cabeza. Era ya tarde, y no quedaba nadie en la oficina. A "Don Perfectísimo" le encantaba quedarse hasta las tantas trabajando. Mejor, así nadie oiría sus gritos de dolor y pánico.
-¡Vas a morir, cabrón!
-Pero, ¿por qué haces esto, qué te hecho?
Perdonarle, estaba seguro de que iba a perdonarle, y eso le hacía sentirse todavía más rabioso. ¡Iba a ser perfecto hasta el final!
-¡Toma, toma, toma, así te pago el perdón, hijoputa!
-¿Perdón, qué perdón? ¡Y aquí el único hijoputa eres tú, mierda!
¿Cómo, ese tío era capaz de insultar a alguien?
No pudo ser sólo la adrenalina, Benvole debía de haber practicado algún arte marcial de joven. ¡Hasta en eso iba a ser perfecto el malnacido! Aprovechando que la sorpresa por su grosera contestación había bloqueado momentáneamente a su agresor, Benvole se abalanzó sobre él, le arrebató el arma y, con una velocidad propia del mismísimo Brule Lee, le recetó un certerísimo mamporro en la base del cráneo que lo dejó fuera de combate.
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