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domingo, 23 de febrero de 2014

El Sutil Arte de la Revancha: Limpieza de Oficinas.

-Concepción, que se ha quejado de que esta planta se queda por las tardes hecha un asco.

-Bueno, pero para eso está ella, ¿no? Para limpiarla.

-Sí, pero dice que todo tiene un límite, y que la cantidad de mierda que hay es excesiva.

-Ya, y supongo que ya le ha ido al jefe con el cuento, y el jefe te ha dicho que me eches esta bronca.

-Exacto.

-En fin, oido cocina.

Todo por contentar al jefe, por supuesto. Lorenzo siempre había sido bastante desastre para las cosas del orden, por mucho que luego fuera un genio -o casi- de la informática. No obstante, decidió que eso iba a cambiar. Y lo decidió a mala idea.

-No tendrá queja Concepción de cómo le estamos dejando la planta.

-Supongo que no, porque el jefe no me ha vuelto a comentar nada.

-Mira, pásate a verla.

-A ver...Sí, lo cierto es que está limpia.

-Tan limpia que no hace falta limpiarla.

-Sin duda.

-Así que igual hay que reducir la plantilla del equipo de limpieza del edificio.

-Parece lo lógico.

-Coméntaselo al jefe la próxima vez que lo veas.

Con el tiempo, a Lorenzo hasta le dio un poquito de cargo de conciencia haber mandado a una trabajadora al paro. pero quizás así Concepción habría aprendido una lección básica en esta vida:

Si el polvo te da de comer, no te quejes de que hay que barrer mucho.

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