"El no ya lo tienes". Para los que logran interiorizar este concepto en toda su grandeza y, lo más difícil, ponerlo en práctica, la vida no tiene límites. Raza de seres aventajados a los que yo bautizado como "probistas" (obviamente, por su inmensa capacidad para "probar").
Me explico: todos odiamos ser rechazados, por lo que, a no ser que juzguemos que hay una posibilidad razonable de recibir un "sí", ni nos molestamos en preguntar.
Grave error. El "Probista" prueba, sean cuales sean las circunstancias, aunque la posibilidad de tener éxito sea más remota que la dirección postal de Superman, ellos siempre, siempre "prueban suerte". Por sistema, de un modo automático.
En 99 de cada 100 ocasiones, el "probista" se estrella contra un "no" (a veces, incluso, contra un "¡vete a la mierda!) Le da igual, no le afecta en lo más mínimo. Se limita a sonreír y soltar aquello de "bueno, había que intentarlo".
La diferencia es ese uno de cada cien, esa ocasión en que el "probista" se lleva al esquivo gato a la piscina.
Haga memoria, reflexione sobre todas aquella veces que no preguntó "porque seguro me van a decir que no". Ahora piense que, por pura estadística, una habría sido "sí".
En efecto, a mí también me deprime tela pensarlo.
En cualquier caso, la maestría en el "probismo" no es sencilla de alcanzar. Aparte de la inmunidad al rechazo ya mencionada, hace falta una dosis industrial de cara dura (para probar suerte en según que circunstancias) y la capacidad de tener los sentidos bien abiertos para que ni una sola oportunidad se nos pase (e, incluso, fabricarla nosotros mismos).
¿Quiere ejemplos de "probismo" en estado puro?
1
-¿Dónde vas?
-Al centro, que me quiero comprar una tele.
-¿Qué vas a hacer con la que tienes ahora? Si quieres, paso yo y me la llevo.
2
-Mañana me voy a la playa.
-¿Tenéis sitio en el coche para mí?
-No, es que es pequeño...
-No te preocupes, me cojo el tren. ¿Dónde dices que has alquilado el apartamento?
-Es que tenemos las camas justas para nosotros dos y los niños...
-¡No te apures, hombre! ¡Yo duermo en el salón!
-Oye, que me he enterado que se ha muerto tu suegra.
-Sí, ahora vamos para allá.
-¡Vaya, hombre! ¡Te acompaño en el sentimiento!
-Gracias.
-Que te iba a decir yo...Que entonces al partido de esta tarde no podrás ir.
-No, claro.
-Pues si quieres me acerco yo, que es una pena no usar el abono, con la pasta que te cuesta...
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