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domingo, 21 de abril de 2013

Historias de un Colegio Imaginario que Jamás Existió: 341 Kilómetros (4).

-Mira, Moncho, soy un profe, esa gente que tiene la fea costumbre de dar consejos que no nos pide a gente que no nos escucha. En realidad, no es una costumbre, sino un vicio. Supongo que eso que hiciste anoche fue muy divertido para ti y para todas esas chicas que tanta devoción te tienen, y lo supongo porque yo, con tu edad, era bastante menos dado a este tipo de cosas.  Lamentablemente, no fue tan divertido para el dueño del bar al que le rompiste dos sillas, ni para los huéspedes del hotel que despertaste con tu voces, ni para la señora que tuvo que limpiar tu vómito del suelo de la habitación.

-¡Que se jodan!

-Exacto, eso es lo único que podéis aducir en vuestra defensa y justificación la gente como tú en situaciones como ésta. Sin embargo, no me gusta la frase. Una Educación de verdad debería coseguir que el futuro ciudadano no le pronuncie jamás.

-¿Educación? ¡Deja que te explique qué es educación, "educador": es cometer errores y aprender de ellos!

-¡Ha, claro! ¡Otra buena táctica, "el error es bueno, útil y necesario para el joven en su proceso de maduración". Es un bonito y muy efectivo eslogan que se han inventado los que se hacen de oro con los vicios de la Juventud. En eso también somos raros los de mi calaña: intentamos que no cometáis los errores de generaciones anteriores, porque los errores son malos. El problema es que la mayoría de los adultos es demasiado orgullosa para admitir en público que se equivocó o, peor, que algunos ni siquiera sobreviven para arrepentirse. Lección número uno: si algo le jodió la vida a alguien, te la puede joder a ti y, si lo hace, no vayas lloriqueando de tu presunta mala suerte.

-¡Claro, claro, no hagas esto, no hagas lo otro....No vivas, en resumen! ¿Por qué vamos en coche si la gente se mata conduciendo?

-¡Ajá, ahí te esperaba yo! No se trata de no hacer las cosas, sino de hacerlas respetando las normas. No se trata de no conducir -como no se trata de no divertirse-, sino de no hacerlo saltándose la normas. Eso es lo peligroso, y eso es lo que es mucho más probable que traiga consecuencias.

-Vale, ya me has echado la charla, ¿te quedas tranquilo?

-Consecuencias, chaval, ése es el precio de la Libertad: aceptar y asumir las consecuencias de tus actos. Y, créeme, hay algunas tan gordas, que ni todo el dinero de tu papá podrá librarte de ellas.

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