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domingo, 5 de agosto de 2012

La Redención de "Tazo" Sanz-Olavide (8).

Anselmo Barrial no había pegado ojo en toda la noche. Es lo que pasa con los sueños, que te los imaginas de una manera y luego, a la hora de la verdad, algunos son una verdadera pesadilla.

Cuando "Tazo" le dio la noticia, se enfadó: pensaba que era una broma de muy mal gusto. Luego, cuando se confirmó que era verdad, lo único que se le ocurrió preguntar fue: "¿por qué yo, jefe?" "Porque todo el mundo se merece una oportunidad", fue la respuesta.

Lo cierto era que el nivel de gratitud que sentía hacía el chaval era inmenso, ya no sólo por la oportunidad en sí, sino por el precio tan alto qué "Tazo" estaba pagando: la tomadura de pelo de los amiguetes, los comentarios hirientes de los expertos e incluso la acusación de estar insultando al mundo del turf con su decisión...El chico se merecía que Anselmo lo diera todo -y mucho más- por él.

Pero, ¿cómo sacar de donde no hay? Él iba a hacer todo lo que pudiera, pero, mucho se temía él, eso no iba a ser suficiente. En cualquier caso, sabía que sólo tenía una carta, e iba a jugarla.

30 a 1, así se pagaba en el hipódromo su victoria. Con otra monta, habría sido de 3 a 1. Un dato para terminar de levantar la moral del jockey.

Y entonces se dio la salida.

Como poseído por el espíritu de la locura, Anselmo Barrial empezó a bracear, con lo que "Puyazo" salió como alma que lleva del Diablo de la velocidad y rápidamente fue ganando cuerpos de ventaja con respecto al grupo.

En las gradas, el murmullo dio paso rápidamente a los gritos de indiganción y las risotadas. Entre las más fuertes, las de Alba y Sonia.

"Tazo" Sanz-Olavide, por su parte, permanecía sentado con la mano cubriéndole el rostro.

"Puyazo" tenía ya diez cuerpos de ventaja. Lo más normal era que, de inmediato, sus fuerzas se fueran agotando, hasta ser capturado y adelantado por el grupo perseguidor. De hecho, lo previsible era que terminara desfondado y último.

Pero los metros fueron pasando y, contra todo pronóstico, "Puyazo" encaró la recta habiendo perdido sólo un cuerpo de su cómoda ventaja.

-¡Hala, "Puyazo"! -bramó el padre de "Tazo".

"Tazo" se retiró la mano de la cara y parpadeó varias veces.

La ventaja se iba reduciendo, pero de un modo lento: 350 metros, 8 cuerpos...300 metros, 7 cuerpos...250 metros, 6 cuerpos...

-¡Vamos, vamos, Puyazo" -esta vez era "Tazo", excitado como en su vida se había sentido.

200 metros, 5 cuerpos...150 metros, 4 cuerpos...

El resto de la grada también chilllaba, pero era más de pánico que animando a un caballo.

100 metros, 3 cuerpos...50 metros, 2 cuerpos...

"¡Ya está, ya está....ehhhhhhh! -resonó el alarido de "Tazo".

"Puyazo" venció el Premio Ciudad de Madrid por un cuerpo de ventaja sobre "Soplidito".

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