La Redención de "Tazo" Sanz-Olavide (7).

"¿Barrial? ¡Que Barrial monte a "Puyazo" en el Ciudad de Madrid! ¡Es genial, es genial!"

Alba apenas podía respirar de la carcajada que le había entrado. Sonia la acompañaba en el jolgorio.

Manolo Cullerel, por contra, no se reía. Aquello cada vez le hacía menos gracia. Él, como propietario, como amante de las carreras de caballos, no podía evitar solidarizarse con su rival, sin duda porque comprendía a la perfección por lo que debía de estar pasando. Era demasiado castigo.

-¿No te ríes, cariño?

-¿No os parece que todo esto se nos está yendo un poco de las manos?

-¡No! -las dos, como una.

-¡Pero es que le estamos pidiendo que renuncie a una de las carreras de la temporada, y, de rebote, nos estamos cargando el espectáculo, estamos reventando una prueba que debería ser muy bonita!

-¡No seas tonto! ¿Hace falta que te recuerde que tu "Soplidito" también aspira a llevarse el premio?

-Ya, precisamente por eso, vencer a "Puyazo" en esas condiciones no sería una victoria para mí...

-Mira, aquí lo que importan son el trofeo y la pasta.

-No, a mí no...Además, ¿habéis pensado por un segundo la humillación que supondrá para "Tazo" tener que anunciar la nueva monta? ¡La gente se va a pensar que está loco, va a ser la diana de todas las burlas del hipódromo!

-¡Pues precisamente para esto empezamos todo esto, para darle una cura de humildad al niñato!

Manolo Cullerel se calló. En el fondo su corazón, se arrepentía mil veces de haber entrado en ese juego maldito. Cierto era que nadie había obligado a "Tazo" a apostarse a su mejor caballo, y, seguramente, todo aquello le estaba bien empleado por chulo, pero...en fin, que el asunto le hacía sentirse muy mal, porque, en honor a la justicia, la apuesta no era limpia y él lo sabía cuando la cruzó. Iba a ganar, sí, pero con los dados cargados. Y ese nunca había sido su estilo.