-¡Muy buenas noches, señores!
(-¿Pero éste qué hace aquí, Palomero?)
(-Ya ves, que se nos ha vuelto a apuntar.)
(-¿Pero esto no era alto secreto?)
(-Sí, pero el tío se entera, no me preguntes cómo, pero siempre se acaba enterando.)
Abordo de un discreto avión de carga especialmente alquilado para la ocasión estaban a punto de despegar -además de un misil "Tritón" y su material de apoyo- Espinosa, Palomero, el inevitable Azarías Romera, además de cuatro representantes de las otras empresas y un par de técnicos, encargados de montar y operar el proyectil.
-¡Qué incómodo es esto, Espinosa! -de todo el avión, Azarías Romera tuvo que ir a sentarse junto a él.
-Ya, don Azarías, es lo que tienen los aviones de carga, que los asientos son pequeños y duros.
-¿Y cuántas horas de vuelo dices con son?
-Doce, en tres etapas de cuatro.
-¡Caramba, si lo sé, no me apunto!
-Relájase y disfrute del vuelo. Y ahora, si me disculpa...
Incapaz de afrontar el panorama de pasarse todo el largo trayecto soportando al pelma, Espinosa se fue a un sitio libre que quedaba junto a uno de los técnicos. Esa gente suele contar cosas interesantes.
-¿Qué tal, Solis?
-¡A ver si consigo dormir un poco, que eso siempre hace los viajes más llevaderos!
-Sí, interesa que llegues allí con la mente bien despierta, que no puede haber fallos.
-Bah, ese cacharro es una virguería de la técnica, casi lo hace él todo solito. Le damos un poco de rollo para hacernos los chulos, pero se aprende a montarlo y mantenerlo en diez horas, y cualquiera puede dispararlo tras un par de clases.
-¿En serio?
-Sí, hasta el tipo ese raro que acaba de subir sería capaz.
Facilidad de manejo demostrada. Ese siempre es otro punto a favor cuando se intenta vender alta tecnología.
-¿Me lo podrías garantizar?
-¡Que sí, leñe, si todo lo que hay que hacer es fijarse en la pantalla y darle a un par de botoncitos!
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