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domingo, 19 de agosto de 2012

¡Fuego a Discreción, Don Álvaro! (3)

La reunión entre fabricantes de misiles y gerifaltes de la inteligencia fue de lo más productiva. El barco sacrificado sería la vieja patrullera "Ciudad del Plata", que estaba previsto desguazar de todos modos. El misil "Tritón" sería disparado desde un helicóptero especialmente adaptado -a falta de reactores- y la tripulación del "Ciudad del Plata" -la mínima imprescindible para llevar al barco hasta el lugar de su muerte y, por supuesto, formada por personal de integencia de total confianza- tendría tiempo para abandonar la nave.

Sencillo y sin víctimas. Además, tampoco le salía tan caro a Espinosa y compañía. En realidad, ambos servicios de inteligencia colaboraban más por conseguir una buena excusa para justificar un mayor gasto en armamento de sus respectivos países que por el soborno.

-Bueno, señores. Sólo queda fijar la fecha.

-¡Cuanto antes mejor!

-Lo que ustedes tarden en preparar uno de nuestros helicopteros para disparar el "Tritón".

-Eso se puede hacer en una semana, el tiempo que tardaremos en formar a uno de sus hombres para que sepa cómo operar el misil.

-¿Por qué no traen ustedes directamente a su operador de pruebas?

-¿No les importa?

-No, de hecho, todos nuestros pilotos son mercenarios. Es más barato, ¿sabe?

-Ya...Pues nada, mañana mismo nos ponemos en marcha.

Tres días después, la prensa local daba la noticia de que la Armada Republicana había adquirido un paquete de misiles "Tritón" para la defensa costera.

En realidad, sólo llegó un ejemplar y, por supuesto, gratis.

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