-Oye, cariño, ¿no queda espuma de afeitar?
-Ha, no sé, tú sabrás, que eres el que la usas. ¡Bastante ruina tengo yo con mis cosas!
-Me cago en la...¡A ver dónde encuentro un sitio abierto hoy a estas horas!
-¡Y aquí!
-Más a mi favor.
-Le puedes pedir al vecino.
-No, voy a bajar, que igual es de la esquina está abierto.
-¿Ése? ¡Ése con lo flojo que es, el primero que ha cerrado, seguro!
-¡Pues no debería, que no es creyente! Para él, este día debería ser como cualquier otro.
-¡Que va, sí que es creyente: en la vaguería!
-¡Y que no sea el primer año que me pasa esto...!
-Yo ya te tengo dicho que no entiendo por qué te tienes que afeitar, si vas "to tapaó", si no se te ve la cara.
-¡Y yo ya te he dicho muchas veces que yo no salgo a la calle con el Señor hecho un guarro!
-Di, un eccehomo, que es más propio en estas circunstancias.
-¡No me hagas bromitas con eso, mujer!
-¡Te tenías que haber casado con mi madre, que a ella le gustan estas cosas tanto como a ti!
-Porque es una señora formal, decente y como Dios manda manda.
-¿Y yo qué soy, según tú, amigacho?, ¿"la Tirada del Puerto"?
-¡Que yo me entiendo!
-Menos mal, porque debes de ser el único.
-Bueno, bueno, voy a ver si Manolo me presta un poco de espuma, que se me echa la hora encima.
-Muy bien...Por cierto, ¿te vas a afeitar con el capirote puesto o te lo pones después?
-¡Joder, debo de ser el único de la cofradía que empieza la penitencia en casa!
-¡Ja, ja, ja...!
-Ya, ya te cogeré yo el lunes, "renegá".
No hay comentarios:
Publicar un comentario