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viernes, 8 de junio de 2012

Historias Imaginarias de un Colegio que Jamás Existió: La "Malfollá".

Nadie sabe muy bien qué le ha hecho la vida Adelaida, pero algo muy gordo debe de ser.

La "Malfollá", así la llama el alumnado desde tiempo inmemoriales, con su poca originalidad  a la hora de poner motes y su obsesión adolescente por lo único.

Pero, sea cual sea la razón, la convivencia se hace cuesta arriba con Adelaida, la "Malfollá". Porque no habla, y cuando habla es para quejarse.

Lo peor es que, a primera vista, no debería tener ninguna queja en esta vida.

La "Malfollá" está casada y con un hijo. El marido es un señor de encanto, modales y bigote (afortunadamente, él no sabe nada de lo del apodo, porque, con lo buena persona que es, se sentiría responsable y le entraría un enorme cargo de conciencia) y el chaval es un encanto en el último año de Bachillerato.

Incomprensible, como ve, la actitud de Adelaida ante la vida. Aunque, como ella misma no se cansa de repetir cansina en sus clases, "el ser humano no es una ciencia exacta, tan sólo una patética marioneta al capricho de sus miedos, deseos y fobias".

Con todo, Adelaida no es mala profesora: imparte correctamente su asignatura, corrige bastante rápido y es razonablemente justa en la calificación.

De hecho, hay alumnos que tienen la teoría de que si se riera más y no fuera tan quejica, sería una grandísima docente. Pero, obviamente, ninguna parece tener la ganas de decírselo.

José Luis Trestuestes, por lo cobarde social que es, también evita a la "Malfollá", aunque a veces es inevitable.

-¡Todo el santo día por la tele diciendo que los médicos son maravillosos y los profesores una mierda! ¡Pues claro que sí! ¿De qué se extrañan? La razón es muy sencilla: los médicos están para curar, y la gente acude a ellos para que les curen; y los profesores estamos para enseñar, pero la gente acude a nosotros para que le aprobemos.

Aunque no le termina de hacer gracia, Trestuestes tiene que reconocer que Adelaida a veces dice cosas muy ciertas. De hecho, él también piensa que podría ser una grandísima profesora.

Pero, como los alumnnos, tampoco parece tener las ganas de decírselo.

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