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sábado, 18 de febrero de 2012

Deme Algo, Don Álvaro (3).

-Aquí todo el mundo está contento: Don Álvaro, los mafiosos...

-¿Y los mendigos?

-Corrijo: aquí todo el mundo que cuenta está contento.

Espinosa y Palomero se rieron a carcajadas. Ellos también estaban contentos por cómo estaban marchando las cosas, mejor de lo esperado. De hecho, ya habían ampliado el negocio al campo de los semáforos, en divisiones de venta de pañuelos y limpieza de parabrisas. ¿Cargo de conciencia? De ésa tenían poquita, y cuando les entraba la minúscula duda, se la sacaban con la reflexión de que, después de todo, "ayudamos a gente que no tiene trabajo -ni perspectivas- a ganarse la vida".

Aunque, la verdad sea dicha, el asunto se estaba llevando con una destreza empresarial de auténtica excelencia. Hasta habían recurrido a sus periodistas en nómina para hacer encendidos alegatos en favor de dar limosna "en estos oscuros tiempos en que estar mano sobre mano no es un vicio, sino una cruel imposición". Estas palabras de Vicente Garguela en su sección de opinión "Sin Permiso" del sábado habían multiplicado los ingresos un 23 por ciento al día siguente.

Entonces, sonó el teléfono de Espinosa: Don Álvaro.

-Dígame...Sí, sí...Ya estaban tardando, sí...Descuide, yo me encargo.

-Los del ayuntamiento, ¿verdad?

-Sí, parece que esos inútiles por fin se han percatado de nuestro pequeño negocio y han decidido tomar cartas en el asunto. La concejala de Asuntos Sociales está de camino para mantener una reunión urgente.

-Bueno, nada es para siempre, sabíamos que esto acabaría ocurriendo.

-En efecto. nos va a tocar compartir los beneficios con los politicuchos.

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