Las flores se rebelaron contra los árboles en el jardín botánico, sin que nadie supiera muy bien cuál era la semilla del conflicto. El mediador de la Organización de Vegetales Unidos intentó hacer una fotosíntesis de la situación para la prensa, pero no fue muy buena y todos los medios le pusieron verde.
El portavoz de los árboles -Señor Carrasco- afirmaba que su principal preocupación era que pudieran caer muchas hojas en combate, al tiempo que acusaba al lider de las flores de ser tan solo un capullo.
Por su parte, desde el bando de las flores declaraban rotundos que la raíz del problema estaba en los árboles, que eran unos inmovilistas y no querían permitir a ningún representante de las flores formar parte de las Cortezas Generales del Estado.
Acusación que negaban rotundo los árboles, diciendo que las flores no tenían representación por un problema puramente botánico: que no sacaban suficientes votos en las elecciones.
La tensión era máxima, parecía claro que las negociaciones no iban a dar ningún fruto. Las flores afilaban sus pétalos y cargaban sus pistilos (menos los girasoles, que estaban cambiando contantemente de bando) y los árboles habían dado orden de que se evacuara a los pajaritos de sus nidos. Sólo restaba que el general de las flores, la Margarita, tomara por fin la decisión de atacar, aunque parecía -fiel a su costumbre- tremendamente indecisa.
"¡Ánimo, compañeros!" -arengaba apasionada la Rosa- "¡Que habrá un ramo de flores por cada uno de nosotros que sea caiga en el combate!"
Por fortuna, cuando parecía que el enfrentamiento era inevitable, llegó el jardinero con sus tijeras de podar y cortó por lo sano cualquier posibilidad de conflicto, sin que -por fortuna- se produjera derramamiento de savia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario