-¡Pero esto es una humillación!
-Sin duda. Ahora, sal y canta.
-¡No pienso rebajarme a este nivel!
-Mejor limítate a no pensar a secas. Ahora, sal y canta de una vez.
-¡Yo no he pasado por tantos años de sacrificio personal en un conservatorio para terminar amenizando la pachanga de una convención de peleteros!
-Pues mira, a lo mejor te habría ido mejor sacrificando visones en una granja como a los tío de ahí fuera: ellos tienen la pasta, ellos ponen las reglas. Ahora, sal y canta de una vez, amiguete.
-¡Antes muerto!
-¡De hambre y yo contigo, gilipollas! ¡Ahora, sal y canta de una vez, amiguete, o te saco yo a guantazos!
* * *
-¡No llores, hombre, que tampoco ha sido para tanto!
-¿Que no? ¿Tú has oído lo que he tenido que cantar?
-No, ni yo ni nadie. Con las voces que daban esos energúmenos y la pobre megafonía...
-¡Mi prestigio!
-No te preocupes, nadie se va a enterar: estaban todos tan borrachos que no se acordarán de nada.
-¡Yo, que fui premio extraordinario de fin de carrera!
-Sí, una vergüenza nacional. El lunes a primera hora vamos tú y yo al Ministerio de Cultura, preguntamos por el ministro y nos cagamos en su puta madre. Y ahora, te invito a unos churros, que te los has ganado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario