Peral es muy de su equipo, y le ha transmitido el forofismo por herencia genética directa a su hijo, aunque rebajado. Debe ser porque a la mamá, lo del fútbol ni fu ni fa.
Una tarde, interrogó "Peralín" a su padre sobre el particular, con una cierta dosis de mezcla de churras y merinas.
-Papá, tú dices que nadie está en posesión de la verdad absoluta y que, a veces, hay que reconocer el propio error y cambiar de opinión.
-Lo digo y lo mantengo, hijo.
-Entonces, ¿tú te cambiarías de equipo de fútbol?
-¡Pues claro!, aunque es poco probable.
-¿Cómo de poco probable?
-Tan poquito como que una oveja salga en persecución de un lobo y lo alcance.
-¿Y para qué iba una oveja a hacer esa tontería?
-Exacto, hijo mío.
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