Las comparaciones son odiosas y, a menudo, te hacen odioso.
La lista de nombres que estaban "llamados a ser..." es larga, pero, ya se sabe "muchos son los llamados, pero pocos los elegidos". Es más, la experiencia dicta que los realmente grandes no fueron "el nuevo fulano", sino que destacaron por ser ellos mismos desde un principio. Porque la grandeza, por definición, no puede ser imitación de nada. Es original.
Así pues, tiembla si algún periodista decide que eres la reencarnación 30 años más joven de un afamado deportista, cantante o actor (o, ¿por qué no? ¡Político!), porque empezarán a exigirte que sigas todos sus pasos y alcances sus logros, con lo que no podrás seguir tu propio camino, que es el único que lleva al éxito.
(Ah, y por supuesto, el mismo periodista que te subió al pedestal te pondrá la soga al cuello y te dará la patada del olvido).
En conclusión, sé tú mismo y rechaza que te conviertan en una triste imitación de lo ajeno.
Dragan Ciric, "El Nuevo Mijatovic".
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