Ya es oficial: el Planeta Tierra es un "Patio de Vecinos Global".
Todo el mundo lo sabe todo de todo el mundo -desde que el del quinto se ha comprado un coche hasta que el Rey es un Capitán General que está teniente-. Nadie es demasiado grande o demasiado pequeño como para que su vida no nos fascine tela.
Y necesitamos más, más, más información de lo ajeno. Nunca hay suficiente: desde la barra de nuestro bar de cabecera hasta miles de horas de televisión, nos cebamos con gusto de cotilleo.
¿Será, quizás, porque envidiamos y ansiamos la omnisciencia (léase, saberlo todo) de Dios? ¿Es por eso?
Y luego está la segunda, y vergonzosa, y dañina, parte: juzgar.
Nos creemos con el derecho de decidir qué está bien y qué esta mal, y hacemos de cualquier persona nuestro reo de crítica.
¿Será, quizás, porque envidiamos y ansiamos la capacidad de Juicio Universal de Dios?
No lo sé, pero lo que si le confirmo es que jugar a ser Dios nunca es una buena idea.
Sería todo mucho más sencillo, bonito y agradable si nos dejáramos en paz los unos a los otros. (De una maldita vez).
Yo, el primero que va a intentarlo (aunque no le prometo nada).
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