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viernes, 9 de abril de 2010

Vellos de Narices.

Pocas labores alcanzan el nivel de callada abnegación que tiene la de los pelos de la nariz.

En silencio, día a noche, están ahí, protegiéndonos de los gérmenes y microbios que nos quieren hacer el desembarco de Normandía por la napia. Sin ellos, nuestra salud estaría en riesgo.

Y, ¿qué nos piden a cambio de tan crucial labor? Absolutamente nada.

Y, peor, ¿qué reciben en pago? Nuestra ignorancia o, en al caso de los que -valientes- asoman centinelas en primera línea de orificio, el desprecio y la ejecución sumarísima a manos de unas pinzas.

¿Cabe mayor demostración de sucia ingratitud? ¿Puede la Humanidad seguir mirándose a la cara en un espejo mientras no se lave tan seria afrenta?

(Y lo peor es que algunos en efecto lo harán, para quitarse los pelos de nariz).

(Dedicado a un señor dentista que estaba tan preocupado de los pelos de mi nariz que de no veía las caries de mi boca).

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