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miércoles, 13 de enero de 2010

El Difícil Arte de Corregir Con Corrección.

Errar es humano (herrar también, aunque menos común, a no ser que se trabaje con caballos).

Y por ser humano, a menudo se hace en público, entre el cual siempre hay un tipo que se percata de la metedura de pata. Dicho particular se ve ante una tremenda disyuntiva:

¿Rescato al prójimo de su "erradura" o no? Si lo hago, conseguiré que no vuelva a caer, lo cual es una buena acción. Lo malo del tema es que da la impresión de que eres un borde y un maleducado. (Técnicamente, más maleducado es el que se equivoca). Conclusión, no corrijo y en paz.

En alguna parte leí que los alumnos chinos dan las gracias cuando lo corrigen. En eso son sabios, porque saben que los que lo hacen no persigue más que volverles mejores. Por tanto, sea humilde y ejerza de ello al aceptar la correcciones.

Pero, por otro lado, si toca corregir, sea delicado y sutil (evite lo de "¡pero qué burro que eres, macho!")

En cualquier caso, no discuto que la corrección es una medicina que siempre se presenta en forma de supositorio.

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