"Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley".
-Hola, muy buenas. Yo venía a presentar una denuncia.
-¿Su nombre?
-Ramiro Gómez Fernández, aquí tiene mi documentación.
-Muy bien. Y, ¿a quién quiere denunciar?
-A Don Ramiro Gómez Fernández.
-¿Perdón?
-Don Ramiro Gómez Fernández, las dos con tilde.
-¿Es su padre o su tío?
-No, soy yo.
-¿Disculpe?
-Que me quiero denunciar a mí mismo.
-¿Cómo va usted a hacer eso?
-Pues porque he estado analizando mi vida y me he dado cuenta de que ese tal Ramiro es el único y exclusivo responsable de un montón de graves y sistemáticos atropellos contra mi persona: me tiene sometido a una amarga esclavitud con sus sentimientos, deseos y caprichos; me tortura con sus dudas, miedos e inseguridades; no para de juzgarme y condenarme sin darme derecho a un abogado y, para colmo de peores, intentó matarme en una ocasión. Me forzó a entrar en un coche incluso a sabiendas de que el conductor no estaba en condiciones pilotar.
-¡Me parece que está usted tan borracho ahora como el tipo del coche aquel día!
-Veo que no me toma en serio, así que me voy a probar suerte a otro juzgado de guardia. Pero le aconsejo que se detenga a pensar y analice usted su propia historia...
Un mes después, Julio Telmo Ruiz, funcionario del Ministerio de Justicia, fue expedientado por tramitar una denuncia contra su propia persona.
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