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miércoles, 2 de enero de 2008

Lo típico.

Ni repetitiva campaña televisiva ni vallas publicitarias con señorita en ropa interior, nada es mejor para un negocio que convertirse en típico.

Observe la calle principal (o equivalente) de cualquier localidad. Siempre hay una pastelería con una cola de aúpa, un bar mucho más poblado que el resto y un parque del que no para de salir y entrar gente. Es, sin duda, porque la pastelería despacha el dulce típico (ya sea en exclusividad o el mejor de), el bar tiene una tapa o ración famosa internacionalmente (eso dice la guía) y en el parque se puede cumplir con un rito de obligada satisfacción si uno se quiere seguir considerando un turista en condiciones.

Todo esto se concreta en la frase mágica: "No te puedes ir de....sin....". Si consigue que marcharse del pueblo sin hacer gasto en su negocio sea prácticamente un crimen contra la humanidad, se va usted a hacer de oro.

Por si le interesa, unas pistas para volverse "lo típico"...

-El negocio ha de parecer muy viejo en su conjunto. Ya no sólo lo material, sino también lo humano. Ponga el cartel de fundado en 1931, un montón de fotos viejas por las paredes, y a la abuelita detrás del mostrador, que da sabor.

-Que el producto tenga rito o historia. Invente, por ejemplo, una manera original de echar limón a los mejillones o una curiosa leyenda por la cual el mazapán que vende tiene un ingrediente secreto que un reyezuelo árabe (clase "taifas") le confió a un antepasado del fundador.

-El producto debe tener un nombre pegadizo, ya sea por simpático ("desvelos de atún") o por bruto ("coños de labradora"). Si está falto de ideas, eche mano del santoral ("trufitas de San Teodoro").

-Todo esto se remata convenciendo a un par de guías para que te reseñen usando las palabras mágicas: "No deje de...".


Miles de bares en Madrid ofertan "bocatas de calamares", pero sólo uno tuvo la Brillante idea de proclamar el suyo como el mejor y más típico.

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